jueves

"El bueno, el malo y el tonto", por Hugo Martínez Abarca



Del blog Quien mucho abarca, en un artículo que hace referencia al actual alcalde de Alcorcón, David Pérez

 

El bueno, el malo y el tonto

 

21 diciembre 2012 – 9:01
El bueno.  Ayer firmaron su dimisión alrededor de 120 directores de centros de salud madrileños en protesta por la privatización de nuestra Sanidad que puso ayer sus cimientos con la aprobación de los presupuestos madrileños. Se asegura que pueden ser bastantes más. Es un paso más tras muchos días de huelga que han hecho perder a los profesionales varios días de sueldo en un mes en el que ya les habían quitado la paga extra. Sobre todo es un paso que ilustra dos estúpidas mentiras del PP y su pesebre sobre las protestas. La primera mentira (que ya era evidente para quienes hemos tenido que ir al médico en estas semanas) era esa que dijo el imbécil (porque hay que ser imbécil) del alcalde de Alcorcón, David Pérez, según la cual quienes salían a las movilizaciones no eran médicos sino sindicalistas liberados que se habían comprado una bata blanca: seguramente los directores de centro de salud son sindicalistas del metal. La segunda mentira es que los profesionales de la salud no se están movilizando en defensa de la sanidad pública sino exclusivamente para defender sus derechos laborales (lo cual sería radicalmente legítimo). Ocurre que estos directores dimisionarios van a perder en cualquier caso su status profesional: doy por hecho que un director cobra más que quien no es director, aunque seguro que el PP es capaz de lanzar una consigna sobre que son privilegiados y/o de la ETA para que comulguemos con ruedas de molino privatizado: si lo hicieron con los mineros, por qué no con los médicos.
La dimisión en bloque de los directores de centros de salud es un acto de absoluta generosidad con quienes usamos la sanidad pública (personalmente estoy en unos meses de uso intensivo de la misma y tengo claro que los problemas habidos tienen un culpable: el gobierno autonómico que pretende un expolio sanitario). Con este gesto, además de elevar el conflicto se acabaron las excusas de siempre: son médicos y son capaces de renunciar a condiciones laborales por lo que están defendiendo. El conflicto es muy principalmente por algo tan grave como el derecho a la sanidad. A un lado quienes la defienden. A otro quienes la saquean.



El malo. El Partido Popular de Madrid está acorralado. Y tiene que caer. Lleva muchos años de saqueo pero ahora ha llevado a Madrid a una conflictividad extrema: de ahí el lenguaje bélico de Ignacio González. El expolio es absoluto, pero la respuesta en múltiples frentes está a la altura y los saqueadores están muy débiles. El conflicto de la Sanidad es suicida para el gobierno del PP por varias razones: principalmente porque pocas cosas hay que indignen más al conjunto de la ciudadanía que el robo de su sanidad y educación y porque el colectivo de médicos, tradicionalmente conservador, ha dado una respuesta muy a la altura que la sociedad madrileña algún día tendrá que saber agradecer.
Lo que está haciendo el PP con la Sanidad es criminal. Y no lo digo en sentido metafórico. Son recortes y privatizaciones que matan, que harán que gente que no tuviera que morir muera. Esos supuestos “pro-vida” no han tenido mejor ocasión en su meapilas vida de demostrar que defienden la vida que ésta pero ahora atienden al sagrado versículo según el cual “de toda palabra de más darás cuenta en el día del juicio“: qué calladitos están los muy sinvergüenzas (entre otras cosas porque la Iglesia siempre saca algo de la privatización de la sanidad).
Hay que pararlos, hay que tumbarlos, hay que derribar al gobierno autonómico del Partido Popular. Han llevado a Madrid al absoluto colapso y la ciudadanía madrileña tiene que poder elegir democráticamente un nuevo gobierno que detenga el expolio de nuestros derechos.


El tonto. “No todo son privatizaciones”. Cuando empezaron las críticas a UPyD por abstenerse ayer en la partida de sanidad de los Presupuestos de Madrid (que son la base contable de la privatización) esa fue la excusa del portavoz de UPyD de sanidad en la Asamblea de Madrid: vale, ahí va la privatización de la sanidad, pero también otras cosas que molan, así que lo uno por lo otro y nos abstenemos. ¿Qué habría en la partida sanitaria que compensaran la agresión que supone la privatización? Tiene que ser algo maravilloso para que compense un daño tan grave. Nunca lo supimos, porque en seguida cambió el argumentario. No, lo que pasaba (contradiciendo el tuit del portavoz de UPyD en la Asamblea de Madrid en Sanidad) es que la privatización no iba en el presupuesto. Que el presupuesto no habla de eso, sino que son números que valen para un roto o para un descosido. Y que quienes dijéramos (como el propio diputado de UPyD) que en el presupuesto se ponen los cimientos al edificio de la privatización sanitaria (que se decorará en la ley de acompañamiento la semana que viene) somos imbéciles, no tenemos ni idea de cómo va un parlamento, somos unos analfabetos, no hemos visto unos presupuestos en nuestra vida y somos más manipuladores que Goebbels: todo esto me lo dijeron ayer los parroquianos de UPyD por afirmar lo evidente, que UPyD se había abstenido en la partida que permitía la privatización de la sanidad (lo cual es perfectamente coherente: UPyD siempre defiende las políticas neoliberales que dictan Fedea y la CEOE).

Toca identificar culpables. Y son enemigos. El lenguaje matón de Ignacio González no es casual. Han tomado conciencia de que están en guerra. Su botín de guerra es el saqueo de nuestros derechos. No lo podemos consentir. Nos va la vida en ello.