Padres, profesores y alumnos se manifestaron en 2013 en varias ocasiones contra la llamada 'ley Wert'. FERNANDO SÁNCHEZ
31 de diciembre de 2013
13:21
13:21
A principios de 2013, en el primer número de La Marea, nuestro columnista Antonio Baños lanzó dos grandes profecías. Por un lado, afirmó que éste sería, posiblemente, el año más duro de la crisis y que se produciría “un bautismo por inmersión en la pobreza y la exclusión generalizadas”. Por otro, apostaba por que éste sería también el de la “conversión de población a pueblo”, el de la “articulación de las resistencias al expolio”. “Las resistencias han adquirido madurez, consistencia y sentido y creo que están listas para pasar a un nuevo nivel de conflicto”, auguraba.
De momento, parece que la profecía que se ha cumplido en su integridad ha sido la primera. La pobreza, los recortes, la privatización e incluso los mecanismos de represión de las protestas son hoy mucho más severos que hace un año. No ha ocurrido lo mismo con la anhelada “articulación” de la respuesta popular a estos ataques, sino que parece que tardará un tiempo más en darse. Sin embargo, se han logrado victorias que no son menores, como las relacionadas con la lucha contra los desahucios –con la Plataforma de Afectados por la Hipoteca a la cabeza–, la paralización de la privatización de varios hospitales o la huelga de limpieza en Madrid, que evitó los EREs, entre muchas otras.
También se han consolidado iniciativas cada vez más populares, como las cooperativas de energía, alimentos y hasta de teatro. Asimismo, los grupos de apoyo a inmigrantes excluidos de la sanidad, por ejemplo, están abonando un contexto del que es posible que surjan proyectos de mayor calado. Sin embargo, la respuesta y las batallas ganadas aún están lejos de compensar los retrocesos sociales emprendidos por el gobierno de Mariano Rajoy.
Por nuestra parte, en La Marea hemos tratado no tanto de pelear por el último titular, sino de ofrecer reportajes, investigaciones y análisis de fondo. Desde las conexiones estructurales de la economía y la política hasta el desmantelamiento de la sanidad o la educación, pasando por los paraísos fiscales o los privilegios de la Iglesia, La Marea ha sido testigo de un año intenso que comenzó con uno de los mayores escándalos de la política actual: los papeles de Luis Bárcenas, extesorero del PP, que destapaban una trama de dinero negro en el partido conservador que afecta a sus principales miembros, incluido Rajoy.
El año 2013 empezó fuerte, con el estallido de los sobres. Las calles se llenaron entonces de gente indignada por la magnitud de la corrupción dentro del partido gobernante. Pronto, el bombardeo de titulares en los medios comenzó a parecer normal y por las portadas de las principales cabeceras desfilaron una gran cantidad de miembros del PP –sobre todo del País Valenciano, pero también de Galicia o Madrid–, Iñaki Urdangarin, los miembros del PSOE implicados en el caso de los ERE de Andalucía e incluso sindicalistas de UGT.
Mientras la ciudadanía descubría en la prensa y en televisión, de forma diaria, los abultados sobresueldos de los políticos del bipartidismo, el Gobierno aplicaba los más duros recortes en educación, sanidad, dependencia, cultura, ciencia y otros sectores. Con el desmantelamiento de lo público, las desigualdades volvieron a quedar en carne viva, a notarse en las calles, a la puerta de los hospitales y en las aulas de los colegios. No en vano, a lo largo de este año, los millonarios en España han crecido un 13%, hasta superar los más de 400.000, al mismo tiempo que la pobreza grave alcanzaba a tres millones de españoles. En febrero se llegaba ya los 6.700 millones de euros recortados en sanidad desde 2010 y poco después se alcanzaba la cifra de 60.000 trabajadores de la enseñanza despedidos.
La caída de popularidad del Gobierno se ha visto precipitada por sus meteduras de pata. El peor valorado de sus miembros, el ministro de Educación, José Ignacio Wert, ha tenido que soportar reprobaciones desde todos sitios: los alumnos le han sacado los colores publicamente en entregas de premios, han boicoteado conferencias suyas e incluso la Comisión Europea llegó a calificar de “tonterías” (“rubbish”, en inglés) sus palabras cuando amagó con recortar las becas Erasmus a estudiantes que ya estaban en el extranjero.
No obstante, las salidas de tono no han sido propiedad exclusiva de ningún miembro del Gobierno, quienes en ocasiones han mostrado una gran insensibilidad respecto a las dificultades por las que está pasando la población. La declaración más exagerada salió de la boca de la presidenta de Castilla-La Mancha, María Dolores de Cospedal: “Nuestros votantes dejan de comer antes de no pagar la hipoteca”, espetó, ante la indignación general. Al mismo tiempo, Rajoy aparecía como el paradigma de la inacción, concediendo muy pocas entrevistas, dando ruedas de prensa a través de una pantalla de plasma, y llegando a afirmar en el Congreso que “a veces la mejor decisión es no tomar ninguna decisión y eso es también una decisión”. Literal. Tardó más de un mes en dar “explicaciones” sobre el caso Bárcenas y lo hizo en una rueda de prensa conjunta con Angela Merkel, donde se limitó a aseverar: “Todo lo que se refiere a mí y a los compañeros del partido no es cierto, salvo alguna cosa que han publicado los medios”.
El año 2013 ha visto protestas menos intensas que el anterior. Aun así, desde el principio, la calle respondió a los ataques del Gobierno. En febrero, los estudiantes celebraron una huelga de tres días contra los recortes en educación, las mareas verde y blanca mostraban su fuerza cada pocas semanas, y la PAH daba una vuelta de tuerca a sus reivindicaciones al realizar su primer escrache, ante la casa de la diputada del PP en el Congreso Belén Juste. Una semana después le tocaría el turno a Esteban González Pons. Todo para que los diputados votasen a favor de la Iniciativa Legislativa Popular de la PAH contra los desahucios y por la dación en pago.
Luego llegó la huelga de sanidad de cinco días en mayo, los Rodea el Congreso y el Jaque al Rey, los STOP desahucios, que han seguido dándose de forma semanal , los encierros en colegios y facultades, las performancesde preferentistas, dos huelgas generales educativas y el parón indefinido de los docentes en Baleares.
En La Marea hemos querido recordar todo eso, pero además deseábamos abrir un espacio para que muchas de las personas que han hecho posible este medio editado por una cooperativa –desde sus redactores hasta los lectores, pasando por suscriptores, amigos, medios afines y organizaciones– se expresaran y destacaran lo mejor y lo peor de 2013. Sus propuestas han llegado a través de nuestra web, las redes sociales, correo electrónico e incluso llamadas de última hora. Un medio como éste no sería capaz de salir de las rotativas cada mes si no fuera por esa comunidad que lo sustenta y lo libra, al mismo tiempo, de rendir cuentas a anunciantes y grandes inversores. A todos y a todas, muchas gracias.
No hay comentarios:
Publicar un comentario