El orden reina en Madrid
Costó
pero lo consiguieron; un acuerdo entre PP, Ciudadanos y PSOE mantendrá a
Rajoy en el gobierno el tiempo que sea necesario. Las oligarquías
pueden dormir tranquilas. O quizá no tanto.
Los culatazos de la soldadesca mediática
pro Gran Coalición nos han golpeado sin descanso desde que irrumpimos en
el Parlamento europeo y, en estos últimos días, su rabia ha llegado a
extremos desesperados con editoriales que, en el futuro, llamarán la
atención de los historiadores. Los consejos editoriales de El País y El
Mundo ya no rivalizaban tanto en la defensa de Rajoy, como en quien nos
atacaba con más virulencia. Se terminó el reparto simbólico de
posiciones también entre lo grandes periódicos. Una protesta estudiantil
contra los padres de la patria es violencia, y fascismo, y ETA y, por
supuesto, ha sido alentada por Podemos. Y que nadie se equivoque, los
moros esos del CIE de Aluche tenían todos antecedentes “policiales” y
que viva el Ministerio del Interior.
En estos días todo el mundo se ha quitado
la careta y lejos de mostrar su fuerza han mostrado su pérdida de
hegemonía. Hasta mi muy querido Torreblanca, a la sazón director de
opinión de El País y colega de profesión, ha perdido su flema académica
británica y me ha exigido que condene. Yo el terrorismo siempre lo he
condenado, el de Estado también. Jordi Évole es de los pocos grandes
creadores de opinión que se resiste a ser adicto al régimen y vacila sin
piedad diciendo en Twitter que su programa sobre la eutanasia nada
tiene que ver con lo que pasa en el PSOE. No es fácil asomar la cabeza
en los tiempos que corren; algún día podremos contar lo que nos cuentan
algunos amigos periodistas que trabajan donde trabajan. Si lo contáramos
hoy perderían seguramente sus empleos. ¿Lo dudan? Pregunten a Nacho
Escolar o a Fernando Berlín cual es precio de hablar de la vida panameña
de Cebrián.
Y sin embargo el nuevo orden de Madrid ha
dejado a los espartaquistas más vivos y más fuertes que nunca. Quien
nos iba a decir hace unos años que amargaríamos la vejez de los padres
fundadores del intelectual colectivo de la Transición. Evaristo Páramos,
en una de sus letras memorables decía: “Cómo disfrutan esos viejos
aunque no se les levante ya”. Perdonen la prosa cipotuda (ole tú Íñigo Lomana) pero creo que ya ni disfrutan.
La clave fundamental para entender lo que
está ocurriendo la ha señalado Alberto Garzón: hay nostalgia de una
izquierda de orden, dócil, temerosa de Dios, del régimen y de su propio
pueblo, que pase por el aro y ponga las cosas fáciles. Una izquierda que
condene a los estudiantes de la Autónoma, que no crea las denuncias de
malos tratos de los muchachos que se amotinaron en Aluche (al fin y al
cabo tenían antecedentes “policiales”), que no cuestione el Pacto de
estabilidad, ni el sistema electoral, una izquierda que asuma su
posición subalterna como debe ser. En las últimas semanas no paran de
buscarla o de inventársela. Algunos de los interpelados a ser los
moderados se sienten estúpidamente cómodos con la etiqueta y hasta ayer
firmaban manifiestos favorables a gobiernos transversales estilo Il Gattopardo
(que gobierne el PSOE con Ciudadanos y que nosotros les digamos que
sí). Otros, más lúcidos, han acabado asumiendo la cruda realidad de que
nos toca ser la alternativa y estar enfrente, entre otras cosas porque
nuestra militancia nos quiere enfrente, no como cooperadores necesarios
de operaciones gatopardianas.
Lo fundamental de esta nueva transición
que estamos viviendo es precisamente que hay un nuevo sujeto político,
heterogéneo y plurinacional, con más de 5 millones de votos a sus
espaldas, que no pasa por el aro y que además tiene la osadía de no
autoencajonarse en las instituciones.
Tengo curiosidad por conocer los
adjetivos que nos dedicarán en la próxima y esperada sesión de
investidura. Últimamente somos el objetivo predilecto de los
intervinientes de los tres partidos del orden. Y es que no somos la
oposición porque lo digamos nosotros, sino porque ahí nos ponen ellos
cada día ¿De quién habló hoy Elena Valenciano? ¿A quienes tenían que
sacar de cualquier gobierno los clockwork orange boys de
Villacís? ¿Quién es el “enemigo populista”? ¿Quién está “fuera del
sistema”? Somos la oposición porque allí nos han llevado y la asumiremos
con orgullo. Pero les aseguro que nosotros preferimos gobernar y nos
seguiremos preparando para ello. Tengan por seguro que tarde o temprano
ocurrirá.
¿El orden reina en Madrid? Hoy cayeron
todas las caretas y como dijo aquella mujer genial hace casi cien años
“¡esbirros estúpidos! Vuestro orden está edificado sobre arena”.
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