Contundente condena a la Comunidad de Madrid por su gestión de la crisis del coronavirus
Desde la opacidad al vaciamiento de la atención primaria. Profesionales de la sanidad madrileña explican las deficiencias cometidas por la Comunidad de Madrid en la gestión de la pandemia de covid19
IMPROVISACIÓN EN VEZ DE POTENCIAR RECURSOS PREEXISTENTES
Cada país ha dado una respuesta propia a la crisis del coronavirus, se supone que coherente con la particularidad de su estructura sanitaria y recursos disponibles. Los profesionales consultados por El Salto coinciden en que la atención primaria (AP) que se ofrece desde los centros de salud constituye el punto fuerte, la potencia del Servicio Madrileño de Salud (Sermas), y que esa singularidad habría aconsejado una estrategia que se apoyase en ella, y que a partir de ahí se estructurase el resto de vectores y recursos (hospitales, Samur, Summa, Protección Civil...) implicados en el combate contra el coronavirus. Así se podría haber trazado una estrategia de contención que moderase la afluencia masiva a los hospitales, combinada con la política de confinamiento social que ha permitido frenar bruscamente el índice de contagios. Así lo expresa el doctor Pablo Serrano, del centro de salud Rafael Alberti: “Se han importado métodos de países que no tienen en absoluto la potencia de la atención primaria que tenemos aquí y se ha optado por un megahospital, en modelo lazareto, como diríamos en España”.Los facultativos consideran que la Comunidad de Madrid profundizó en la dirección de dar preeminencia a la red hospitalaria sobre la atención primaria. Y esto la habría llevado a improvisar una respuesta que, en vez de apoyarse en esta fortaleza, prefirió sustraerle recursos para ofrecer una alternativa —Ifema— hecha a toda prisa y carente de planificación, según se concluye de los testimonios recogidos.
HAY QUE EVITAR LOS HOSPITALES; EN LA CAM SE HIZO LO CONTRARIO
Los profesionales enfatizan que, dada una epidemia o pandemia, nociones epidemiológicas básicas aconsejan mantener a la población alejada de los centros hospitalarios. El principio se funda en que estos espacios cerrados —dada la alta concentración y circulación de infectados que se concentran en ellos— se convierten en fuente de expansión del contagio, lo que en la jerga médica se conoce como infección nosocomial o intrahospitalaria.“En atención primaria conocemos a nuestros pacientes y en qué barrios y condiciones habitacionales viven, enseguida habríamos podido hacer una lista de a quién hay que internar, a quién tratar en casa o por teléfono”En la Comunidad se habría hecho lo opuesto, dando preeminencia al hospitalocentrismo sobre la atención primaria impartida desde los centros de salud, promoviendo la concentración poblacional y de profesionales en los hospitales. De haber potenciado la atención primaria, consideran, se podría haber implementado una línea que se centrase en el triaje y la clasificación compleja de los pacientes y tomado decisiones rápidas y con muchos menos riesgos de contaminación. “En atención primaria conocemos a nuestros pacientes y en qué barrios y condiciones habitacionales viven, enseguida habríamos podido hacer una lista de a quién hay que internar, a quién tratar en casa o por teléfono”, explica la doctora Cristina Sanz Plaza, del centro de salud Vicente Soldevilla.
IFEMA, ESPECTACULARIZACIÓN VERSUS EFICIENCIA
Quizá intentando imitar la sorprendente epopeya de los chinos, que irguieron un hospital en diez días, nuestras autoridades sanitarias hicieron lo propio, solo que en clave autóctona. Según el personal sanitario consultado, habrían emprendido un montaje atropellado, sin recursos básicos que, por su precariedad, obligaría en pocos días a desmontar el pabellón 5.“Se dicen sorprendidos por la desmesura de la propuesta de implantar 5.000 camas cuando una reflexión ponderada habría aconsejado un número mucho más modesto”Un papel activo en este atrezzo “más propio de una escenografía de Disney World”, según lamenta una de las médicas consultadas, fue valorado por el doctor Bruce Ailward, de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Los médicos asignados al Ifema se preguntan qué habría observado allí el enviado de la OMS, que elogió su instalación. Si es que se preocupó en ver algo más que la infraestructura. Afirman que ninguno de ellos fue testigo de que recorriera la instalación, ni hablase con los sanitarios para interesarse por la organización de las condiciones de atención y tratamiento a los pacientes.
A pesar de estas críticas, todos coinciden en la necesidad de montar, en el momento en que se planteó la “operación Ifema”, un soporte hospitalario adicional que desahogase la saturación de las urgencias. Su discrepancia se centra en la magnitud faraónica del emprendimiento y, mucho más aún, el precio que supuso haber sustraído ingentes recursos de la atención primaria. Se dicen sorprendidos por la desmesura de la propuesta de implantar 5.000 camas cuando, a su criterio, una reflexión ponderada habría aconsejado un número mucho más modesto. De hecho, en los momentos de mayor pico de demanda, anotan que en este espacio se han ocupado poco más de 1.000 plazas. “Es claro que habría hecho falta crear un soporte para descongestionar la saturación en los hospitales, pero esto fue absolutamente desmedido. Y, para ello, mover profesionales de la atención primaria, yo sigo sin entenderlo”, afirma el doctor Borja Apellaniz, del centro de salud Numancia.
Aseguran que ahora, cuando la curva —según se espera— comience a aplanarse, se hará evidente el sobredimensionamiento del megahospital. Ante ello, las altas autoridades sanitarias se estarían planteando otros usos para justificar mantenerlo operativo. Una posible salida sería conservarlo como un centro de atención específica a casos de coronavirus, con el argumento de restablecer el normal funcionamiento del resto de hospitales.
LOS RIESGOS PARA EL PACIENTE DERIVADOS DEL CAOS EN IFEMA
Un capítulo específico merece la desorganización del personal sanitario y recursos técnicos y farmacológicos destinados al Ifema, infraestructura que comenzó a funcionar el 23 de marzo. Los profesionales asignados a ese centro, han valorado su gestión con duros calificativos: “desastrosa”, “errática”, “improvisada”, “caótica” y otros por el estilo. En el momento actual, la situación sería más estable y con algunos recursos de los que antes se carecía, como es la posibilidad de realizar allí pruebas analíticas y otros exámenes, así como contar con una UCI con algunas camas operativas.“Se habría llegado al extremo de no saber si a un enfermo se le había suministrado o no la medicación”
Vale la pena detenerse en ciertas consideraciones que nos hacen respecto de las dificultades operativas, así como de los potenciales riesgos que entrañan para el paciente una organización errática del personal sanitario. Una de ellas es que, cuando se desplaza a un profesional habituado a trabajar en un contexto específico —en atención primaria en este caso— para adscribirlo a un ámbito diferente —un hospital—, su eficiencia baja. En su espacio habitual el profesional se desenvuelve con solvencia y rapidez; en este nuevo ámbito, que le es completamente ajeno, será mucho menos resolutivo, no tendrá la habilidad propia de quien está en su entorno original.
Otro factor negativo sería el desconocimiento acerca de qué profesionales estaban trabajando en cada sitio, en cada momento y sobre qué paciente. Y eso entrañaría un grave riesgo porque, según nos explican, en la literatura científica quedan patentes las ventajas de tener al personal claramente asignado a pacientes definidos. Esa continuidad de cuidados reduciría notablemente los riesgos de daño por acción médica (iatrogenia). Y aclaran que no garantizar esto en el megahospital ha supuesto exponer a los pacientes a errores graves en los tratamientos. Se habría llegado al extremo de no saber si a un enfermo se le había suministrado o no la medicación.
NEGLIGENCIA EN LA REALIZACIÓN DE TEST AL PERSONAL SANITARIO
A los profesionales asignados al Ifema no se les han hecho test de rutina, circunstancia que, además de revelar una falta de consideración por su propia salud, los convierte en posibles portadores del virus. Aunque los sanitarios consultados resaltan que esto no es patrimonio exclusivo de ese hospital; de modo general, en el Sermas solo se realizan test a quienes manifiestan síntomas, con el agravante de que hoy se sabe que una buena parte de los contagios han sido a partir de personas asintomáticas.Algunos otros profesionales contactados —no adscritos al Ifema— no han podido dar su testimonio por estar de baja, aguardando resultados de sus pruebas. Es el caso del doctor Ignacio Revuelta, del centro de salud Rafael Alberti. “Es frustrante estar casi un mes de baja por un cuadro leve, por culpa de las dificultades y demoras para la realización del test”, expresa.
FALTA DE CLASIFICACIÓN DE LOS PACIENTES
La creación del Ifema se fundamentó en la necesidad de canalizar allí a pacientes sintomáticos que saturaban las salas de urgencias y otros espacios de la estructura hospitalaria. Sin embargo, según nos explican los facultativos, ni antes ni ahora está claramente definido si el paciente que ingresa está infectado por el coronavirus. Algunos sí tienen un diagnóstico claro, pero otros no tendrían el resultado del test validado y definitivo, con la dificultad añadida que desde el Ifema no se puede consultar ese resultado; solo estaría disponible para el médico de familia, o en el hospital que solicitó la prueba. Esto quiere decir, según concluyen estos profesionales sanitarios, que estadísticamente es más que probable que parte de los pacientes que se están recibiendo en el Ifema no estén afectados por el coronavirus.“Según el testimonio colectivo de los profesionales adscritos a este centro, es como si un estado de parálisis y de una constante improvisación hubiera tomado cuenta de sus responsables”Preguntamos por los fundamentos de esta conducta difícil de calificar y nos explican que seguramente los hospitales los envían sin esperar el resultado de las pruebas, al ya no tener capacidad para absorber más pacientes. El Ifema contaría con espacio físico como para destinar ámbitos específicos para pacientes que den positivo, para aquellos que tengan el resultado pendiente y para aquellos a quienes aún no se les haya realizado el test. Pero nada de esto se hace. Según el testimonio colectivo de los profesionales adscritos a este centro, es como si un estado de parálisis y de una constante improvisación hubiera tomado cuenta de sus responsables.
FALTA DE TRANSPARENCIA INFORMATIVA DE LA CAM
En lo que respecta a la movilización de recursos de la sanidad privada en la lucha contra el coronavirus, los consultados son unánimes en afirmar que se está ante una absoluta falta de transparencia. No habría datos, ni fuentes confiables de donde obtenerlos. Hoy se desconocería cuántas camas privadas estarían ocupadas por pacientes de coronavirus y cuántos profesionales del sector estarían trabajando contra la pandemia.“No hacen test en las residencias, así esos muertos no aparecen como víctimas del coronavirus. Esto es inaceptable, porque sí que lo son. Y el número de muertos es mucho mayor que el que se está dando”Respecto del alarmante número de ancianos fallecidos en la CAM, nos aclaran que, dado que solo se contabiliza a los fallecidos a quienes se les han realizado test, el resultado objetivo redunda en un ocultamiento del número real de óbitos por coronavirus. Destacan la truculencia de la situación en las residencias, a las que la Comunidad no habría dotado de ningún medio para atajar la emergencia, ni siquiera de test al personal que trabaja en ellas. Esta, valoran, es una negligencia extremadamente grave, ya que se trata de espacios donde se aloja un colectivo hipervulnerable. En consecuencia, solo debería permitirse el ingreso de profesionales con garantías de no ser portadores del virus. Y así se explicaría el alarmante número de fallecimientos en las residencias que, aseguran, sería mucho mayor que el declarado por la CAM. “No hacen test en las residencias, así esos muertos no aparecen como víctimas del coronavirus. Esto es inaceptable, porque sí que lo son. Y el número de muertos es mucho mayor que el que se está dando”, expresa el doctor Alberto Cabañas, del centro de salud Numancia.
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