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Noel F.– La
solidaridad se ha sentido en las calles de Alcorcón desde el inicio de
la pandemia. El coronavirus, a pesar de lo que dijeran en la tele, sí
entiende de clases sociales. Las diferentes condiciones materiales y
económicas provocan que la pandemia afecte y sea vivida de diferentes
formas. Muchas vecinas y vecinos de Alcorcón han sido conscientes de
ello y no han dudado en poner en marcha iniciativas para apoyar a los
más desfavorecidos.
Este medio ha querido entrevistar a varias personas que pusieron en
marcha una de estas iniciativas. Este proyecto ha ido creciendo a lo
largo de la pandemia y aglutina ahora a muchas personas con el único
objetivo de ayudarse en los tiempos que corren.
¿Quién o quiénes estáis detrás de la creación del grupo?
Es sin lugar a duda una colaboración colectiva. La iniciativa surgió a
través de un grupo de WhatsApp de dos personas que nos encontramos en
la misma casa. A medida que pasaban los días veíamos cómo iba creciendo
el número de personas en el grupo, y en poco tiempo rozábamos las 100
personas, algo inesperado.
Pasamos la información al grupo barrial de Tiene Sal (una especie de
asociación vecinal virtual), a otros colectivos, como pueden ser el Ateneo Popular de Alcorcón o la Red de Solidaridad Popular,
y a todos nuestros contactos. También pusimos carteles físicos en los
portales que podíamos, y mucha gente que iba entrando en el grupo hizo
lo mismo. En poco tiempo la participación sobrepasó lo esperado. Por
ello, podemos decir que todo es fruto de iniciativa colectiva y las
redes de entidades vecinales ya existentes. En este sentido, hay que
destacar la importancia de estas redes vecinales asentadas en nuestro
barrio para este tipo de iniciativas.
¿Cómo se os ocurrió y cuál era su objetivo inicial?
¡No fue idea nuestra realmente, ni mucho menos! Vimos en las redes
sociales que en otros barrios se habían formado grupos solidarios y
pensamos que podría haber mucha gente interesada en una iniciativa
parecida en Alcorcón. La verdad es que al principio no teníamos claro
qué función podría tener o cómo sería su desarrollo. Lo lanzamos como
algo abierto y con el tiempo se han ido definiendo y consolidando los
cimientos del grupo entre el conjunto de personas que formamos parte de
él.
¿Esperabais que hubiera tanta gente en él?
No sabíamos qué pensar realmente, pero no, tanta gente no, en ningún
momento. Ha sido una sorpresa muy grata la verdad y una suerte poder
compartir un espacio así con tanta gente con la única voluntad de ayudar
a otras personas. En estos tiempos tan duros, ha sido como encontrar un
rayo de luz en medio de la tormenta, muy inspirador. Muestra que, a
pesar de las barbaridades que ocurren, hay mucha buena gente cuyos
instintos básicos son solidarios.
¿Cómo está funcionando?
El grupo de WhatsApp sigue siendo la herramienta que más usamos, la
mayor parte del trabajo a nivel organizativo y de gestión pasa por esta
plataforma. Hay que reconocer que al principio fue complicado: con
tantas personas que no nos conocíamos de nada, añadido a que el único
espacio del que disponíamos para organizarnos era aquel grupo de
WhatsApp.
Además, tampoco teníamos un siguiente paso pensado de antemano y
mucho menos una meta concreta. No sabíamos ni en qué íbamos a poder ser
útiles, ni como lo haríamos. Al principio fue un poco caótico. Realmente
un reto difícil, ya que no disponemos de referencias o experiencias
anteriores, que se parezcan a esta situación tan particular, ni de cómo
crear y organizar una respuesta desde las bases solo a través de un
medio virtual. Ver lo que hemos conseguido construir en tan poco tiempo
es testimonio de la capacidad colaborativa y organizativa de la gente.
Ha sido difícil, pero al final lo habéis conseguido ¿Cuéntanos un poco cómo os organizáis?
Sí, es cierto. En unos cuantos días conseguimos llegar a establecer
un modo de funcionar colectivamente. Dividimos la ciudad en zonas y cada
persona se apuntaba a una, especificando qué servicios quiere ofrecer:
hacer compras, sacar mascotas, compañía virtual, ayuda con deberes de
jóvenes, etc. Poco a poco nos fueron llegando solicitudes de ayuda y
mandábamos a las personas más cercanas para cubrirlas.
Por ejemplo, tres centros de salud nos mandaban todos los días
recados para pacientes que no pueden salir de casa. También muchas
otras personas se ponen en contacto con nosotros (a raíz de vernos en
redes sociales, páginas webs, carteles físicos en portales, centros
médicos o farmacias, etc.), para pedirnos ayuda de distinta índole: los
listados de establecimientos que hacen repartos a domicilio, información
y consejos de abogados sobre todos los cambios legislativos y derechos a
los que se pueden acceder dependiendo de cómo te haya afectado a nivel
económico el COVID-19 o cómo tramitar los papeles. También ponemos en
contacto a otros colectivos o individuos que tienen algo que ofrecer en
forma de ayuda, pero no entra dentro de lo que hacemos en el grupo hasta
ahora: por ejemplo, entre personas que están haciendo mascarillas tanto
con impresoras 3D como con otros materiales.
Es un verdadero placer ser puente entre distintas personas impulsando
tantas iniciativas en distintos ámbitos, haciendo evidente la
existencia de una gran solidaridad latente en nuestra sociedad y
permitiéndonos ser testigo de cómo florece.
De hecho, han surgido diferentes iniciativas en Alcorcón como
bancos de alimentos, que vosotras mismas habéis apoyado y difundido.
Sí, efectivamente. Muchas de las personas que contactaron con
nosotras era para pedir ayuda de una necesidad tan básica como la
alimentación. Surgieron varias iniciativas como la promovida por el
colectivo Barrio por Barrio o la Despensa Solidaria de Alcorcón, que
todas las semanas recoge y reparte alimentos en el Ateneo Popular de
Alcorcón.
Por desgracia, es una necesidad básica, que a muchas familias cuesta
gran esfuerzo satisfacer, y que este contexto de pandemia ha agravado.
En este sentido, es interesante señalar que en Alcorcón ya existían
iniciativas de este tipo (como la Red de Solidaridad Popular) que nació
para paliar los efectos de la crisis del 2008 y que aún sigue trabajando
muy duro. Nos enfrentamos a una nueva crisis y por eso es tan
importante todas las manos y una fuerte conciencia solidaria.
¿Alguna anécdota reseñable?
Todo el trabajo y toda y cada una de las asistencias que venimos
abarcando hasta el día de hoy son reseñables. Por mencionar una entre
tantas, no sé, la donación por parte de los trabajadores del metro de
tres tablets a una residencia para que las personas que no disponen de
medios propios pudieran hacer videollamadas con sus seres queridos.
Sin embargo, como decía, creo que lo reseñable es la importancia de
ser conscientes y estar convencidos de que las personas sí somos
solidarias, sí estamos unidas, sí nos afecta, nos incumbe, y nos importa
lo que puede estar sucediéndole a otras, los conozcamos o no, y que sí
podemos organizarnos para fomentar y finalmente asegurar el bienestar
colectivo.
Entonces, ¿crees que sería importante que esto pudiera continuar más allá del final del estado de alarma?
La continuación desde luego sería un gran logro. Por un lado, porque
después del periodo de alarma, pensamos que tardará mucho tiempo en
recuperarse la vida normal. Pero más allá de la crisis de COVID-19,
pensamos que la autoorganización vecinal tiene un valor enorme. La
debilitación gradual de las asociaciones vecinales en los últimos años
nos parece que perjudica a la población en general y sobre todo a los
barrios populares y ciudades como Alcorcón de la periferia. Para
garantizar buenos servicios y recursos en general tener un tejido social
fuerte es fundamental. Si de todo esto que está siendo tan duro,
saliera cierto repunte de ese tipo de movimiento creemos que sería muy
positivo.
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