4-M: matemáticas envenenadas para Ayuso
La candidata del PP se ha enredado en una trampa. Anticipó elecciones para matar a Ciudadanos y ahora depende de que los naranjas se mantengan con vida para asegurar la Comunidad
Gerardo Tecé 5/04/2021
Un mes para las elecciones en Madrid y decenas de encuestas especulan qué pasará el próximo martes 4 de mayo, incluida la del CIS, único gran sondeo publicado hasta el momento que augura una posible victoria del bloque de izquierdas. ¿Qué dicen las cifras? Dos claves y un análisis estadístico basado en el mapa electoral madrileño en los últimos años.
Primera clave. En Madrid se vota a dos velocidades y no me refiero a la brecha norte sur –que también– sino en función de si la convocatoria electoral es general o autonómica. En las citas generales celebradas desde 2011 hasta hoy, los madrileños que optan por opciones de derechas rondan los 2 millones. Mientras, la izquierda sufre para superar la barrera de los 1,6 millones de votos. En las autonómicas la cosa cambia. Tumbando el mito de la movilización permanente del votante de derechas, los datos de las autonómicas madrileñas desde la aparición de Podemos –y luego Más Madrid– muestran que es el votante de izquierdas el que mantiene la tensión electoral superando los 1,5 millones de votos independientemente del tipo de convocatoria electoral. Mientras, la derecha, tal vez por el descreimiento de la cosa autonómica, sufre sistemáticamente una fuga de votos abandonando el entorno de los 2 millones que logra en las generales para situarse en cifras escasamente superiores a las de la izquierda (menos de 100 mil votos de ventaja en las dos últimas autonómicas). Si Ayuso no quiere pasar una mala noche el próximo 4-M, su única tarea es lograr que la derecha vaya a las urnas en clave nacional. Lo sabe bien. A falta de un mes para la cita, la presidenta madrileña ya ha puesto en la agenda de los problemas de la Comunidad de Madrid un clásico: el acercamiento de presos de ETA a cárceles de Euskadi.
En las autonómicas, la derecha sufre sistemáticamente una fuga de votos. La única tarea de Ayuso es lograr que la derecha vaya a las urnas en clave nacional
Segunda clave. El actual mapa político, polarizado y con tres opciones en cada orilla política, se sintetiza sobre el papel en la siguiente imagen: dos circuitos de voto cerrados en los que no se produce pérdida de escaños por mucho trasvase interno que se produzca entre opciones de la misma orilla. Si el PSOE de Gabilondo perdiese músculo electoral y de esto se aprovechasen Podemos y Más Madrid, las opciones de la izquierda seguirían siendo las mismas en un escenario de pactos. Si Ayuso consiguiera robarle a Vox cientos de miles de votos, las cuentas de la derecha tampoco cambiarían. Pero la derecha tiene un problema. Su circuito, al contrario que el de la izquierda, no es un circuito cerrado: tiene una fuga de energía que se llama Ciudadanos. El partido naranja será la clave de estas elecciones. Si no supera el 5% de votos, si queda fuera del reparto de escaños, las cuentas de la derecha se complicarán tanto como restarle a su ligera ventaja autonómica los votos que han ido a Ciudadanos. Si Ciudadanos consigue llegar al 5%, los datos dicen que la izquierda no tiene opciones.
Tomemos los datos históricos electorales de Madrid y, con las claves anteriores, juguemos a especular dando como válidas las encuestas que colocan al PP de Ayuso en los mejores escenarios posibles para lograr una victoria. Imaginemos que Ayuso consigue que el votante de derechas se movilice en clave nacional, rompiendo esa tendencia a la abstención de derechas en las autonómicas. Imaginemos que Ayuso no parte de los 715 mil votos que logró en las autonómicas de 2019, sino de los 887 mil conseguidos por el PP en las generales. Supongamos que la derecha parte de los 887 mil votos conseguidos por el PP, de los 653 mil de Vox y de los 323 mil de Cs en las elecciones generales celebradas hace año y medio. Imaginemos que la presidenta de la Comunidad Autonómica más dañada por el virus y con la gestión más discutida no sufre ningún tipo de desgaste y sí muchísimo premio por su gestión. Tanto que, partiendo de esa cifra, imaginemos que Ayuso multiplica votantes del PP. Imaginemos que suma 150 mil apoyos que huyen de Ciudadanos y que la mitad de los 653 mil votos de Vox en las últimas generales se pasan al PP. Imaginemos que Ayuso pulveriza así las urnas pasando de los 715.000 votos logrados en las últimas autonómicas doblándolos hasta las 1.375.000 papeletas. Imaginemos que, a pesar de la gran victoria de Ayuso, Vox mantiene muy bien el tipo y obtiene 325 mil votos, mejorando así el resultado que logró en las autonómicas de 2019.
¿Y la izquierda qué? Pues sigamos imaginando en clave óptima para Ayuso. Imaginemos que la izquierda, al contrario que la derecha, no se logra movilizar a nivel elecciones generales para echar a la actual presidenta, sino que mantiene el perfil habitual en las dos últimas autonómicas. Incluso imaginemos que la izquierda empeora levemente sus resultados de 2019 y 2015 y que el desaparecido Ángel Gabilondo es castigado perdiendo un 10% de los votos logrados en las últimas autonómicas. Imaginemos que no existe el efecto Pablo Iglesias, ni premio a la oposición de Mónica García. Imaginemos un escenario en el que, entre PSOE, Más Madrid y Podemos sólo se produce trasvase interno, pero que no hay recogida de voto de castigo contra Ayuso. Imaginemos que la izquierda no consigue ir más allá del tradicional millón y medio de votos este 4-M.
Con este escenario óptimo para la pretendida coalición PP-Vox, la victoria la lograrían con 72 de los 69 escaños necesarios para la mayoría absoluta
Imaginemos este escenario, más que soñado para Ayuso. Un escenario en el que el PP no sufre ningún desgaste y sí muchísimo premio por su gestión. Un escenario también bueno para Vox que, aun perdiendo votos con respecto a las generales, todos en favor de Ayuso, mejoraría el resultado de las últimas autonómicas. Un escenario previsible en el que, como indican las encuestas, Ciudadanos no logra llegar al 5%. En este caso, con estas cifras y este escenario óptimo para la pretendida coalición PP (58)-Vox (14), la victoria la lograrían con 72 de los 69 escaños necesarios para la mayoría absoluta. No es que haya partido. Es mucho más que eso.
Si Cs no logra el 5%, las matemáticas llegan más que ajustadas al 4-M. A poco que la izquierda rompa la barrera del millón y medio de votos, a poco que aparezca cierto voto de castigo contra Ayuso, a poco que el sur de Madrid aumente en un 2% la participación, a poco que la situación de pandemia distorsione ese idílico paseo electoral del PP, el giro electoral, como avanza el CIS, sería un hecho. Díaz Ayuso se ha enredado en una trampa matemática: anticipó elecciones para matar a Ciudadanos y ahora depende de que se mantenga con vida para asegurar la Presidencia de la Comunidad tras el 4-M.
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