Por: Isaac de La Libreta en blanco. (CC)
Probablemente has pensado en votar en blanco, votar nulo o, directamente, no moverte de la butaca de tu casa el 22 de mayo. Si es así, tómate diez minutos y lee este post mientras te tomas el café,
porque voy a intentar hacerte ver de qué sirve cada una de las tres
posiciones tal como están las cosas en España, con los datos en la mano y
por qué #nolesvotes no te recomienda ninguna.
La abstención
#novotes es un hashtag que se deja ver junto con el de #abstencion mucho al igual que el de #nolesvotes. A veces incluso juntos. Pero no revueltos. No son lo mismo. Cuando alguien te dice que no votes, o decides no votar estás absteniéndote de expresar tu opinión en las urnas. Abstenerse es simplemente no votar. Quedarte en casa el día 22 de mayo viendo la tele y punto.
La diferencia sutil entre la gente de #novotes y la de #nolesvotes es
que mientras la primera te dice que te abstengas, la segunda te dice
que no te abstengas, pero que no votes a los de siempre. ¿A quién hacerle caso? Por supuesto, a quien tú quieras, el voto es tuyo. Pero antes de decidir toma esto en cuenta.
Si no votas, probablemente es para expresar tu descontento con la situación de la política española. Probablemente digas “estoy en contra de un sistema que me toma el pelo, así que no participo en el sistema“. Algunos de los que han montado la página de Facebook de malestar.org, piensan así. Muchos de vosotros seguro que también. No obstante, los no-votos en el sistema electoral español no cuentan nunca. Ni para mal, ni para bien.
Pongámonos en antecedentes. Si leísteis mi post del martes, ya sabréis la historia de las elecciones catalanas. En 2010 igual que en 2006, la fuerza más votada en las elecciones catalanas fue la abstención,
con un 40% y 43% de abstenciones respectivamente. Ningún partido
superó esos porcentajes en ninguna de las dos ocasiones. Ni siquiera el
partido más votado, CiU. De hecho en las de 2006, a pesar de no haber
ganado ninguno, los partidos del tripartito se propusieron tumbar al
partido más votado y juntando sus cachitos, hicieron gobierno por encima
de la voluntad popular.
El caso del referéndum para la Constitución Europea
es el más chocante. Según el Gobierno, de cara a la Unión Europea,
fuimos el primer país en aprobar la Constitución Europea por mayoría en
referéndum. El caso es que sí, el 76% de los votos fue para el sí, por
lo que la Constitución fue aprobada por una amplia mayoría. Eso sí,
solo fue a votar el 42% del censo. Casi el 60% de los españoles se quedó en casa. Fue la participación más baja de toda la historia de la democracia. ¿Sirvió para demostrar algo? No. La Constitución se aprobó pese a ello.
Por lo tanto, en España, la abstención no significa que estés en contra del sistema. En España tu no-voto se va a tomar como un voto a la mayoría.
Un “me da igual lo que salga, ya veremos cómo me las apaño luego”. Si
realmente te da igual lo que salga, perfecto. Si te da igual que suba
el paro, la gasolina, las hipotecas, la delincuencia… En fin, eres
libre de no votar. Pero si estás hartito o hartita de este tinglado, no
tienes más remedio que ir a votar si quieres que se te oiga. Si no, tu
abstención se la van a pasar por el forro.
Curiosamente, echando la vista atrás, si revisas los datos de todas
las elecciones generales en España, la abstención nunca ha bajado del
20% ni ha subido del 32%. Eso quiere decir que siempre, más de dos
terceras partes de los votantes censados ha ido a votar. ¿Pero sabes
cuándo se ha ido a votar más masivamente? Cuando había necesidad de
cambio.
- En 1977. Hubo solo un 21% de abstenciones, a pesar de que los españoles estaban poco acostumbrados a votar, recién saliditos de una dictadura. ¿Por qué? ¿Las ansias de cambio, quizá? ¿La necesidad de validar la nueva democracia? ¿Las ganas de ser ellos mismos quienes decidiesen su futuro? Seguramente. Las siguientes elecciones de 1979, obligadas tras ratificar la Constitución, volvieron a dar a UCD como ganador. Parece que la gente ya daba las cosas por logradas, porque la abstención (la gente del “me da igual”) subió al 31% de golpe, hasta que pasó algo gordo.
- En 1982 se registró la menor abstención de la historia. El 80% de los españoles salieron a votar masivamente. Solo el 20% se abstuvo. De nuevo con las ansias de cambio. Adolfo Suárez había dimitido. Acabábamos de tener el famoso 23-F. La democracia había subsistido, mantenida con palillos y había que revalidarla, no fuese a ser que a alguien se le ocurriese quitárnosla. Sin duda, un momento histórico que, también significó un cambio. De UCD pasamos al PSOE de Felipe González.
- La abstención volvió a fluctuar en torno al 30% hasta otro mínimo: en 1996. Bajó hasta el 22,6%. Curiosamente con otro cambio: los votantes escogieron al PP después de una serie de escándalos del PSOE. Y ahí se quedó hasta que se le ocurrió meterse en la guerra de Irak.
- En 2004, después de haber pasado por otro despunte superior al 31% de no-votos al “me da igual”, la abstención volvió a bajar hasta el 24% a favor del cambio. El cambio relativo. El cambio de nuevo al PSOE, que lleva ahí desde entonces.
Como queda patente, la lectura que se hace en la sociedad y la política españolas del no-voto o abstención no es de rebeldía contra el sistema. Es más bien de continuismo. Las elecciones en las que hay abstención, mantienen el status quo conseguido en las anteriores. Las elecciones en las que hay alta participación generan cambios.
Si pretendes quejarte con tu abstención, te recomiendo que consideres una mejor manera de hacerlo, porque si no, te van a tomar por el pito del sereno.
El voto nulo
El voto nulo es el voto ambiguo. Los votos con
papeletas no oficiales, votos a más de un candidato, votos rotos, votos
con dibujitos, etcétera, todos esos son votos nulos, porque aunque el
votante se ha personado para dar su voto, el voto no se atiene a las reglas de los votos.
Este voto, igual que las abstenciones, no suma votos en el cómputo global de votos emitidos
y, para los efectos, es lo mismo. Se registra como nulo para que la
contabilización al final de la jornada, entre válidos, nulos y
abstenciones, sume el 100% y nadie diga que ha habido tongo.
Históricamente, en España, siempre ha habido muy pocos
votos nulos. En las generales sólo ha superado el 1% las primeras 4
elecciones de 1977, 1979, 1982 y 1986, y se lo podríamos achacar
perfectamente a que estaban todavía aprendiendo cómo funcionaba eso de
votar.
El hecho de que el voto nulo no sea computable lo hace una muy mala elección si quieres cambiar las cosas.
A todos los efectos, en España funciona igual que una abstención. Y si
las abstenciones no hacen nada por el cambio, imagínate lo que hacen
los votos nulos que prácticamente no superan el 2%.
En #nolesvotes te podríamos pedir que votaras a “Conejitos suicidas” o al “Partido de la Pantoja de Puerto Rico“, o a cualquier chorrada que te viniese a la mente. Incluso meter una pegatina de #nolesvotes
en el sobre. Daría igual. Tu voto sería igualmente nulo y dejarías las
cosas igual, porque tu voto no sería válido. Sería papel mojado.
El voto en blanco
Según la Ley Orgánica 5/1985, de 19 de junio, del Régimen Electoral General, en su artículo 96, punto 5: “Se considera voto en blanco, pero válido,
el sobre que no contenga papeleta y, además, en las elecciones para el
Senado, las papeletas que no contengan indicación a favor de ninguno
de los candidatos”.
¿Qué los diferencia de una abstención o un voto nulo? El tema de que sea un voto “válido”. El voto en blanco es válido porque sí cuenta para el cómputo final de votos. Pero si te piensas que se va a traducir en escaños en blanco, te equivocas de pleno. Entonces, ¿qué se hace con ellos?
Si has oído que son votos que se dan al partido más votado, o que se distribuyen entre los más votados, no es cierto. Pero sí perjudican a los partidos menos votados.
En España no se utiliza un sistema proporcional normal y lógico, en el
que cada partido se lleva el tanto por ciento de escaños que ha
conseguido en las urnas. En España utilizamos una complicada fórmula
matemática, la ley d’Hont (explicada pasito a pasito aquí y aquí), con una regla de salida básica: si no llegas al 3% de los votos, no entras en el juego. Los votos en blanco, aunque no se le reparten a nadie, sí que hacen el saco de votos más grande, con lo que los porcentajes, se hacen más pequeños. Como consecuencia los partidos con menos votos salen perdiendo.
Además, los artículos 68 y 69 de la Constitución Española establecen que la circunscripción electoral para las elecciones generales (Congreso y Senado) es la provincia. Eso quiere decir que, aunque un partido se pase del 3% en el recuento de votos nacional, si provincia a provincia no llega al 3%, queda eliminado.
En las últimas elecciones generales, le pasó a IU de manera
escandalosa. Aunque sacó más votos que CiU en las elecciones al
Congreso, sacó 8 diputados menos. ¿Por qué? Porque circunscripción a
circunscripción había quedado eliminada, a pesar de tener un total
nacional superior.
En las próximas elecciones municipales y autonómicas pasa tres cuartos de lo mismo. Cada autonomía tiene su propia Ley Electoral, siendo la Valenciana
de las más hirientes contra los partidos minoritarios, ya que eleva el
mínimo al 5%. No obstante, como la circunscripción electoral sigue
siendo la provincia, aunque un partido llegue al 5% global en
todas las provincias de la autonomía, o incluso al 10%, o al 12%, no
tendrá acceso a escaño si no llega al 5% al menos en una de ellas.
Luego, votar en blanco hace más difícil a los partidos pequeños más difícil llegar a obtener escaños, o lo que es lo mismo, hace más fácil a los partidos mayoritarios obtenerlos. De ahí que el voto en blanco acreciente las injusticias electorales y que #nolesvotes no te lo recomiende.
En todo caso, hay una iniciativa llamada “Ciudadanos en Blanco” que te proponen que les votes a ellos. Ellos a cambio, cada escaño que consigan lo dejarán vacío,
siempre que legalmente sea posible. Y cuando no lo sea, no lo
defenderán ni votarán en los plenos, excepto si es para votar que los
votos en blanco se conviertan en asientos vacíos en una futura Ley
Electoral.
En resumen
Estás jodido. O jodida. Porque te
puedes quejar todo lo que quieras, tenemos libertad de expresión, pero
si no sales a votar el 22 de mayo, las cosas no van a cambiar. Claro,
viendo que abstenerte no es una opción, romper tu papeleta tampoco y
dejar el sobre vacío menos todavía… ¿qué hacemos?
#nolesvotes es una gran alternativa. No es un partido político, ni es una organización. Es una idea.
Una idea lógica después de haber visto lo que acabas de ver. “Si no
quiero el sistema actual, no quiero votar PP, no quiero votar PSOE, pero
no quiero tampoco que salgan elegidos por mi inacción, porque me
tienen hartito, voto a los demás.”
¿Qué consigues con eso? En primer lugar, si diversificamos el voto, la ley d’Hont es más difícil de aplicar y menos abusiva.
Repartir los escaños entre cinco partidos donde dos quedan eliminados y
otros dos tienen en conjunto el 70% de los votos restantes es
favorecer el bipartidismo. Si bajamos ese 70% y subimos el resto,
favorecemos que la representación en las cortes autonómicas y los
ayuntamientos sea más equitativo y castigamos verdaderamente a la clase política asentada, porque entonces es cuando verdaderamente pierden poder.
En segundo lugar, ayudamos a que las formaciones políticas que quedan injustamente excluidas por la barrera del 3% o el 5% y la circunscripción electoral tengan opciones a conseguir escaños
en las autonomías. Aunque no consigan todos los que les corresponden
por derecho porcentualmente, al menos tendrán la oportunidad de dejar
oír su voz y defender tu voto.
Por último conseguimos un cambio aún más grande: en la ciudadanía. Porque #nolesvotes no te pide que des tu voto indiscriminadamente a cualquiera. Te pide que te informes de las alternativas y escojas
la que te parezca mejor a ti. La ciudadanía tiende a pensar que si no
votamos PP hay que votar PSOE, porque PP y PSOE nos invitan a pensar
así. Pero eso no es cierto. Hay otros partidos a los que, tal vez por
ser pequeños, tal vez por pensar que no van a llegar a ese 3%, tal vez
por pensar que es tirar tu voto, no les das ni la oportunidad de leerte
su programa electoral. ¿Y si tienen ideas buenas? ¿Vas
a permitir que se pierdan esas ideas por seguir la misma tendencia de
siempre? ¿Y si quieren cambiar este sistema electoral por uno mejor?
¿No sería eso digno de ser votado?
Pues ale. Si ya te has terminado el café, piensa sobre todo esto. Compártelo con quien quieras. Busca alternativas. Pero sobre todo, el 22 de mayo #nolesvotes, pero vota.
Vía: @fjfbravo
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