Una buena reflexión escrita antes de la celebración de la Diada
Una cadena que no se detenga en Alcanar
Mañana,
11 de septiembre, miles de catalanes darán un paso más en su alejamiento del
resto de España. Y no un pasito, sino una zancada: la demostración de fuerza
que será la cadena humana de
cientos de miles de personas a lo largo de 400 kilómetros aumentará la
confianza de los ya convencidos, y sumará nuevos miembros a la causa
independentista. Mientras, por aquí seguiremos mirando el proceso catalán como
si no fuera con nosotros.
Al
margen de lo que haga la derecha política y mediática mañana y pasado (tanto si
se dedican a fotografiar tramos con menos gente para hablar de “fracaso” en su
línea habitual, como si cargan las tintas en el discurso españolista), todos
deberíamos sentirnos concernidos por lo que va a pasar mañana.
Si
el año pasado la Diada ya demostró que hay una mayoría partidaria del derecho a
decidir, en el último año esa mayoría se ha ampliado, como demuestran todas las
encuestas. Y ha crecido también el número de quienes suben el siguiente
escalón, y aspiran a la independencia. Desde entonces, desde el pasado 11 de
septiembre, ¿qué hemos hecho nosotros por evitar ese alejamiento? ¿Qué puentes
hemos tendido, qué diálogo hemos iniciado, qué terrenos comunes hemos explorado?
Yo
soy el primero que hago autocrítica. Hace un año escribía una llamada a
los catalanes para que no nos dejasen solos, y tras las elecciones catalanas
veía una prórroga,
otra oportunidad para construir juntos. Pero ha pasado un año, y soy el primero
que reconozco mi desinterés, como si no fuese conmigo. Y claro que va conmigo.
La
independencia catalana no va conmigo porque tema por la ruptura de esta España,
pues no milito en el nacionalismo español, y temo más otras quiebras antes que
la territorial. Va conmigo porque el alejamiento de los catalanes aleja también
la posibilidad de cambiar España, esta España, de construir otro modelo
político, económico, social, territorial. Y sin los catalanes, será todavía más
difícil.
Admiro
el proceso que culmina en la llamada Vía Catalana. Para que mañana cientos de
miles se cojan de las manos entre El Pertús (al norte) y Alcanar (al sur), ha
sido necesario un trabajo de
construcción desde abajo, por toda Cataluña, de diálogo y
puesta en común en común de gentes muy diferentes. Un proyecto que por donde
pasó ha despertado ilusión y movilización. Y que se ha hecho sin por ello dejar
de manifestarse contra los recortes y contra la estafa que llaman crisis. ¿No
dicen que necesitamos un proyecto que nos ilusione como país? Pues una parte de
los catalanes lo ha encontrado, y no eran unos Juegos Olímpicos.
Le
podemos poner todas las pegas que queramos, decir que nos gustaría más peso de
lo social y económico frente a lo nacional; pero lo cierto es que ellos tienen
un proyecto, y que además muchos participantes no solo aspiran a tener un
Estado propio, sino a que este sea diferente, mejor, sin los actuales poderes
económicos, sin los recortadores antisociales como Artur Mas. Y junto a la Vía
Catalana avanza también el Procés Constituent, cada vez más amplio (y que
mañana reforzará la cadena rodeando La
Caixa). No sabemos si lo conseguirán, si al final el Estado propio
será más de lo mismo pero con otras fronteras, o ni eso. Pero lo están
intentando.
¿Y
a este lado de la cadena humana? ¿Qué proyecto tenemos? ¿Qué modelo de país
estamos persiguiendo, qué intentamos construir? ¿No necesitamos también
independizarnos, de quienes hoy nos tienen sometidos? ¿Tenemos algo que ofrecer
a quienes piensan que con esta España no hay futuro, para que no se vayan, o
para que si quieren irse, al menos establezcamos otra forma de relación, la que
quieran, la que queramos?
Por
eso mañana miraré la cadena humana con melancolía. Porque me habría gustado una
cadena que no se detuviese en Alcanar, sino que siguiera por toda España.
Incluso por toda la península. Y puestos a soñar, por toda Europa. Pero no.
Estamos muy lejos. Lejos de esos catalanes que se van un poco más cada día. Y
lejos de nuestro propio proyecto de país, de nuestro proceso constituyente, que
por ahora ni está ni se le espera.
La cuestión nacional es un tema complejísimo que de repente ha tomado aceleración histórica. Paree q será uno de los grandísimos problemas q nos toca vivir. Ninguna salida será sencilla.
ResponderEliminarAlguna de mis opiniones sobre el derecho a decidir en Arian seis, desde una óptica rojera y progresista.
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