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Noam Chomsky, conocido lingüista y analista político
estadounidense de 91 años de edad, habló con Srećko Horvat en DiEM25 TV
de Arizona, EE.UU., donde se encuentra en autoaislamiento debido a la
pandemia. Chomsky señaló que la crisis sanitaria del
coronavirus es muy grave y tendrá consecuencias serias, pero será
temporal, mientras que hay dos horrores más graves para la humanidad, la
guerra nuclear y el calentamiento global. Su análisis
señala que todas estas amenazas se ven intensificadas por las políticas
neoliberales, y que tras el fin de esta crisis las opciones serán o bien
estados más autoritarios y brutales o una reconstrucción radical de la
sociedad con términos más humanos.
Según Chomsky, es
chocante que en este momento crucial Donald Trump sea el protagonista, a
quien describe como un bufón sociópata. «El coronavirus es bastante
serio, pero vale la pena recordar que se acercan dos amenazas mucho más
grandes, mucho peores que cualquier cosa que haya sucedido en la
historia de la humanidad: Una es la creciente amenaza de una guerra nuclear y la otra, por supuesto, es la creciente amenaza del calentamiento global.
El Coronavirus es horrible y puede tener consecuencias aterradoras,
pero habrá recuperación. Mientras que los otros no se recuperarán, es un
hecho definitivo».
El poder de los Estados Unidos es abrumador. Es el único país que cuando impone sanciones a otros estados como Irán y Cuba,
todos los demás tienen que seguirle la corriente. También Europa que
sigue al maestro, argumenta Chomsky. Estos países sufren las sanciones
de EE.UU., pero sin embargo «uno de los elementos más irónicos de la
crisis del virus de hoy en día es que Cuba está ayudando a Europa.
Alemania no puede ayudar a Grecia, pero Cuba puede ayudar a los países
europeos». Añadiendo las muertes de miles de inmigrantes y refugiados en
el Mediterráneo, Chomsky piensa que la crisis de la civilización de
Occidente en este momento es devastadora.
La retórica de hoy que
se refiere a la guerra es de cierta importancia, según Chomsky. Si
queremos tratar esta crisis tenemos que pasar a algo como la movilización en tiempos de guerra.
Por ejemplo, la movilización financiera de los EE.UU. para la Segunda
Guerra Mundial, que llevó al país a una deuda mucho mayor y cuadruplicó
la producción industrial de los EE.UU. lo que llevó al crecimiento.
Necesitamos esta mentalidad ahora para superar esta crisis a corto plazo
y que puede ser tratada por los países ricos. «En un mundo civilizado,
los países ricos estarían dando ayuda a los necesitados, en lugar de
estrangularlos.» «La crisis del coronavirus puede hacer que la gente piense en qué tipo de mundo queremos».
Chomsky cree que los orígenes de esta crisis son un colosal fracaso del mercado y las políticas neoliberales que intensificaron los profundos problemas socioeconómicos. «Se sabía desde hace tiempo, que las pandemias son muy probables de ocurrir y
se entendía muy bien, que era probable que hubiera una pandemia de
coronavirus con ligeras modificaciones de la epidemia de SARS. Podrían
haber trabajado en vacunas, en el desarrollo de protección para posibles
pandemias de coronavirus, y con pequeñas modificaciones podríamos tener
vacunas disponibles hoy en día». En cuanto a la Gran Industria Farmacéutica,
las tiranías privadas, en las que es imposible que el gobierno
intervenga, es más rentable hacer nuevas cremas corporales que encontrar
una vacuna que proteja a la gente de la destrucción total. La amenaza
de la polio desapareció con la vacuna de Salk, de una institución
gubernamental, sin patentes, disponible para todos. «Eso podría haberse
hecho esta vez, pero la plaga neoliberal lo ha bloqueado.»
La información estaba allí, pero no le prestábamos atención.
«En
octubre de 2019 hubo una simulación a gran escala en los EE.UU., en el
mundo de la posible pandemia de este tipo, pero no se hizo nada. No
prestamos atención a la información. El 31 de diciembre, China informó a
la Organización Mundial de la Salud sobre la neumonía y una semana
después algunos científicos chinos la identificaron como un coronavirus y
dieron la información al mundo. Los países del área, China, Corea del
Sur, Taiwán, empezaron a hacer algo y parece que se ha contenido, al
menos para la primera oleada de crisis. En Europa, hasta cierto punto,
eso también ocurrió. Alemania, que se había movido justo a tiempo, tiene
un sistema hospitalario fiable y fue capaz de actuar en su propio
interés, sin ayudar a los demás, sino para sí misma, al menos para tener
una contención razonable. Otros países simplemente lo ignoraron, el
peor de ellos el Reino Unido y el peor de todos fue Estados Unidos».
Cuando
superemos esta crisis de alguna manera, las opciones disponibles irán
desde la instalación de Estados brutales altamente autoritarios hasta la
reconstrucción radical de la sociedad y términos más humanos,
preocupados por las necesidades humanas en lugar del beneficio privado. «Existe la posibilidad de que la gente se organice, se comprometa, como muchos están haciendo, y consiga un mundo mucho mejor, que también se enfrente a los enormes problemas que estamos afrontando en el futuro,
los problemas de la guerra nuclear, que está más cerca que nunca, y los
problemas de las catástrofes ambientales de las que no hay recuperación
una vez que hemos llegado a esa etapa, que no está lejos, a menos que
actuemos con decisión».
«Así que es un momento crítico de la
historia de la humanidad, no sólo por el coronavirus, que debería
llevarnos a la conciencia de los profundos defectos del mundo, las
características profundas y disfuncionales de todo el sistema
socioeconómico, que tiene que cambiar, si es que va a haber un futuro
superviviente. Así que esto podría ser una señal de advertencia y una
lección para lidiar con ello hoy o evitar que explote. Pero pensando en
sus raíces y en cómo esas raíces van a conducir a más crisis, peores que
ésta».
Sobre la situación de cuarentena a la que se enfrentan hoy
en día más de 2.000 millones de personas en el planeta, Chomsky señala
que una forma de aislamiento social ha existido durante años y es muy
perjudicial.
«Estamos ahora en una situación de verdadero aislamiento social. Hay que superarla recreando los lazos sociales de
cualquier manera que se pueda hacer, de cualquier tipo que pueda ayudar
a la gente necesitada. Contactando con ellos, desarrollando
organizaciones, expandiendo el análisis. Como antes de hacerlos
funcionales y operativos, haciendo planes para el futuro, reuniendo a la
gente como podamos en la era de Internet, para unirse, consultar,
deliberar para encontrar respuestas a los problemas que enfrentan y
trabajar en ellos, lo cual se puede hacer. No se trata de una
comunicación cara a cara, que para los seres humanos es esencial. Sin
embargo, se le privará de ella por un tiempo, se la puede poner en
pausa».
Noam Chomsky concluye diciendo: «Hay que encontrar otros caminos y continuar, y de hecho, extender y profundizar las actividades realizadas. Se puede hacer. No será fácil, pero los humanos nos hemos enfrentado a problemas en el pasado».
Desde la opacidad al vaciamiento de la atención primaria.
Profesionales de la sanidad madrileña explican las deficiencias
cometidas por la Comunidad de Madrid en la gestión de la pandemia de
covid19
Ante la esperanza de estar
observando una inflexión descendente de la curva de contagiados y
fallecimientos por el coronavirus, recabamos la opinión de diversos
profesionales directamente implicados acerca de las medidas aplicadas
por la Comunidad de Madrid para frenar la pandemia. Algunos trabajan en
centros de salud, otros en el Ifema. La reprobación es manifiesta.
IMPROVISACIÓN EN VEZ DE POTENCIAR RECURSOS PREEXISTENTES
Cada
país ha dado una respuesta propia a la crisis del coronavirus, se
supone que coherente con la particularidad de su estructura sanitaria y
recursos disponibles. Los profesionales consultados por El Salto
coinciden en que la atención primaria (AP)
que se ofrece desde los centros de salud constituye el punto fuerte,
la potencia del Servicio Madrileño de Salud (Sermas), y que esa
singularidad habría aconsejado una estrategia que se apoyase en ella, y
que a partir de ahí se estructurase el resto de vectores y recursos
(hospitales, Samur, Summa, Protección Civil...) implicados en el
combate contra el coronavirus. Así se podría haber trazado una
estrategia de contención que moderase la afluencia masiva a los
hospitales, combinada con la política de confinamiento social que ha
permitido frenar bruscamente el índice de contagios. Así lo expresa el
doctor Pablo Serrano, del centro de salud Rafael Alberti: “Se han
importado métodos de países que no tienen en absoluto la potencia de la
atención primaria que tenemos aquí y se ha optado por un megahospital,
en modelo lazareto, como diríamos en España”. Los
facultativos consideran que la Comunidad de Madrid profundizó en la
dirección de dar preeminencia a la red hospitalaria sobre la atención
primaria. Y esto la habría llevado a improvisar una respuesta que, en
vez de apoyarse en esta fortaleza, prefirió sustraerle recursos para
ofrecer una alternativa —Ifema— hecha a toda prisa y carente de
planificación, según se concluye de los testimonios recogidos.
HAY QUE EVITAR LOS HOSPITALES; EN LA CAM SE HIZO LO CONTRARIO
Los
profesionales enfatizan que, dada una epidemia o pandemia, nociones
epidemiológicas básicas aconsejan mantener a la población alejada de
los centros hospitalarios. El principio se funda en que estos espacios
cerrados —dada la alta concentración y circulación de infectados que se
concentran en ellos— se convierten en fuente de expansión del
contagio, lo que en la jerga médica se conoce como infección nosocomial
o intrahospitalaria.
“En atención primaria
conocemos a nuestros pacientes y en qué barrios y condiciones
habitacionales viven, enseguida habríamos podido hacer una lista de a
quién hay que internar, a quién tratar en casa o por teléfono”
En la Comunidad se
habría hecho lo opuesto, dando preeminencia al hospitalocentrismo
sobre la atención primaria impartida desde los centros de salud,
promoviendo la concentración poblacional y de profesionales en los
hospitales. De haber potenciado la atención primaria, consideran, se
podría haber implementado una línea que se centrase en el triaje y la
clasificación compleja de los pacientes y tomado decisiones rápidas y
con muchos menos riesgos de contaminación. “En atención primaria
conocemos a nuestros pacientes y en qué barrios y condiciones
habitacionales viven, enseguida habríamos podido hacer una lista de a
quién hay que internar, a quién tratar en casa o por teléfono”, explica
la doctora Cristina Sanz Plaza, del centro de salud Vicente
Soldevilla.
IFEMA, ESPECTACULARIZACIÓN VERSUS EFICIENCIA
Quizá
intentando imitar la sorprendente epopeya de los chinos, que irguieron
un hospital en diez días, nuestras autoridades sanitarias hicieron lo
propio, solo que en clave autóctona. Según el personal sanitario
consultado, habrían emprendido un montaje atropellado, sin recursos
básicos que, por su precariedad, obligaría en pocos días a desmontar el
pabellón 5.
“Se dicen sorprendidos por la
desmesura de la propuesta de implantar 5.000 camas cuando una reflexión
ponderada habría aconsejado un número mucho más modesto”
Un papel activo en este atrezzo “más
propio de una escenografía de Disney World”, según lamenta una de las
médicas consultadas, fue valorado por el doctor Bruce Ailward, de la
Organización Mundial de la Salud (OMS). Los médicos asignados al Ifema
se preguntan qué habría observado allí el enviado de la OMS, que elogió
su instalación. Si es que se preocupó en ver algo más que la
infraestructura. Afirman que ninguno de ellos fue testigo de que
recorriera la instalación, ni hablase con los sanitarios para
interesarse por la organización de las condiciones de atención y
tratamiento a los pacientes. A
pesar de estas críticas, todos coinciden en la necesidad de montar, en
el momento en que se planteó la “operación Ifema”, un soporte
hospitalario adicional que desahogase la saturación de las urgencias.
Su discrepancia se centra en la magnitud faraónica del emprendimiento
y, mucho más aún, el precio que supuso haber sustraído ingentes
recursos de la atención primaria. Se dicen sorprendidos por la
desmesura de la propuesta de implantar 5.000 camas cuando, a su
criterio, una reflexión ponderada habría aconsejado un número mucho más
modesto. De hecho, en los momentos de mayor pico de demanda, anotan
que en este espacio se han ocupado poco más de 1.000 plazas. “Es claro
que habría hecho falta crear un soporte para descongestionar la
saturación en los hospitales, pero esto fue absolutamente desmedido. Y,
para ello, mover profesionales de la atención primaria, yo sigo sin
entenderlo”, afirma el doctor Borja Apellaniz, del centro de salud
Numancia. Aseguran
que ahora, cuando la curva —según se espera— comience a aplanarse, se
hará evidente el sobredimensionamiento del megahospital. Ante ello, las
altas autoridades sanitarias se estarían planteando otros usos para
justificar mantenerlo operativo. Una posible salida sería conservarlo
como un centro de atención específica a casos de coronavirus, con el
argumento de restablecer el normal funcionamiento del resto de
hospitales.
LOS RIESGOS PARA EL PACIENTE DERIVADOS DEL CAOS EN IFEMA
Un
capítulo específico merece la desorganización del personal sanitario y
recursos técnicos y farmacológicos destinados al Ifema,
infraestructura que comenzó a funcionar el 23 de marzo. Los
profesionales asignados a ese centro, han valorado su gestión con duros
calificativos: “desastrosa”, “errática”, “improvisada”, “caótica” y otros por el estilo.
En el momento actual, la situación sería más estable y con algunos
recursos de los que antes se carecía, como es la posibilidad de realizar
allí pruebas analíticas y otros exámenes, así como contar con una UCI
con algunas camas operativas.
“Se habría llegado al extremo de no saber si a un enfermo se le había suministrado o no la medicación”
Vale la pena detenerse en ciertas consideraciones que nos hacen
respecto de las dificultades operativas, así como de los potenciales
riesgos que entrañan para el paciente una organización errática del
personal sanitario. Una de ellas es que, cuando se desplaza a un
profesional habituado a trabajar en un contexto específico —en atención
primaria en este caso— para adscribirlo a un ámbito diferente —un
hospital—, su eficiencia baja. En su espacio habitual el profesional se
desenvuelve con solvencia y rapidez; en este nuevo ámbito, que le es
completamente ajeno, será mucho menos resolutivo, no tendrá la
habilidad propia de quien está en su entorno original.
Otro factor negativo
sería el desconocimiento acerca de qué profesionales estaban trabajando
en cada sitio, en cada momento y sobre qué paciente. Y eso entrañaría
un grave riesgo porque, según nos explican, en la literatura científica
quedan patentes las ventajas de tener al personal claramente asignado a
pacientes definidos. Esa continuidad de cuidados reduciría
notablemente los riesgos de daño por acción médica (iatrogenia). Y
aclaran que no garantizar esto en el megahospital ha supuesto exponer a
los pacientes a errores graves en los tratamientos. Se habría llegado
al extremo de no saber si a un enfermo se le había suministrado o no
la medicación.
NEGLIGENCIA EN LA REALIZACIÓN DE TEST AL PERSONAL SANITARIO
A
los profesionales asignados al Ifema no se les han hecho test de
rutina, circunstancia que, además de revelar una falta de consideración
por su propia salud, los convierte en posibles portadores del virus.
Aunque los sanitarios consultados resaltan que esto no es patrimonio
exclusivo de ese hospital; de modo general, en el Sermas solo se
realizan test a quienes manifiestan síntomas, con el agravante de que
hoy se sabe que una buena parte de los contagios han sido a partir de
personas asintomáticas.
Algunos otros profesionales
contactados —no adscritos al Ifema— no han podido dar su testimonio por
estar de baja, aguardando resultados de sus pruebas. Es el caso del
doctor Ignacio Revuelta, del centro de salud Rafael Alberti. “Es
frustrante estar casi un mes de baja por un cuadro leve, por culpa de
las dificultades y demoras para la realización del test”, expresa.
FALTA DE CLASIFICACIÓN DE LOS PACIENTES
La
creación del Ifema se fundamentó en la necesidad de canalizar allí a
pacientes sintomáticos que saturaban las salas de urgencias y otros
espacios de la estructura hospitalaria. Sin embargo, según nos explican
los facultativos, ni antes ni ahora está claramente definido si el
paciente que ingresa está infectado por el coronavirus. Algunos sí
tienen un diagnóstico claro, pero otros no tendrían el resultado del
test validado y definitivo, con la dificultad añadida que desde el
Ifema no se puede consultar ese resultado; solo estaría disponible para
el médico de familia, o en el hospital que solicitó la prueba. Esto
quiere decir, según concluyen estos profesionales sanitarios, que
estadísticamente es más que probable que parte de los pacientes que se
están recibiendo en el Ifema no estén afectados por el coronavirus.
“Según
el testimonio colectivo de los profesionales adscritos a este centro,
es como si un estado de parálisis y de una constante improvisación
hubiera tomado cuenta de sus responsables”
Preguntamos por los
fundamentos de esta conducta difícil de calificar y nos explican que
seguramente los hospitales los envían sin esperar el resultado de las
pruebas, al ya no tener capacidad para absorber más pacientes. El Ifema
contaría con espacio físico como para destinar ámbitos específicos
para pacientes que den positivo, para aquellos que tengan el resultado
pendiente y para aquellos a quienes aún no se les haya realizado el
test. Pero nada de esto se hace. Según el testimonio colectivo de los
profesionales adscritos a este centro, es como si un estado de
parálisis y de una constante improvisación hubiera tomado cuenta de sus
responsables.
FALTA DE TRANSPARENCIA INFORMATIVA DE LA CAM
En
lo que respecta a la movilización de recursos de la sanidad privada
en la lucha contra el coronavirus, los consultados son unánimes en
afirmar que se está ante una absoluta falta de transparencia. No habría
datos, ni fuentes confiables de donde obtenerlos. Hoy se desconocería
cuántas camas privadas estarían ocupadas por pacientes de coronavirus y
cuántos profesionales del sector estarían trabajando contra la
pandemia.
“No hacen test en las residencias, así esos muertos no
aparecen como víctimas del coronavirus. Esto es inaceptable, porque sí
que lo son. Y el número de muertos es mucho mayor que el que se está
dando”
Respecto del alarmante
número de ancianos fallecidos en la CAM, nos aclaran que, dado que
solo se contabiliza a los fallecidos a quienes se les han realizado
test, el resultado objetivo redunda en un ocultamiento del número real
de óbitos por coronavirus. Destacan la truculencia de la situación en las residencias,
a las que la Comunidad no habría dotado de ningún medio para atajar la
emergencia, ni siquiera de test al personal que trabaja en ellas.
Esta, valoran, es una negligencia extremadamente grave, ya que se trata
de espacios donde se aloja un colectivo hipervulnerable. En
consecuencia, solo debería permitirse el ingreso de profesionales con
garantías de no ser portadores del virus. Y así se explicaría el
alarmante número de fallecimientos en las residencias que, aseguran,
sería mucho mayor que el declarado por la CAM. “No hacen test en las
residencias, así esos muertos no aparecen como víctimas del
coronavirus. Esto es inaceptable, porque sí que lo son. Y el número de
muertos es mucho mayor que el que se está dando”, expresa el doctor
Alberto Cabañas, del centro de salud Numancia.