"Todas
las semanas alguien nos dice: "Si no me suicido, es por mis
hijos""
Eldiario.es entrevista a dos educadoras sociales que,
debido a su profesión, están en contacto con algunas de las realidades más
trágicas de nuestra sociedad
“Esto es una guerra, pero sin balas. La gente
afectada ya no tiene para lo más básico. Vienen pidiendo ayudas para comida,
vacunas o la luz”, explican
A pesar de que la educación social es un servicio de
prevención, afrontan casos de riesgo grave o muy grave
Por razones laborales, prefieren
mantener el anonimato. Laura y María son dos educadoras sociales que trabajan
en dos ciudades diferentes. Me cito con ellas en un barrio de Madrid. Durante
tres horas conversamos sobre la realidad social con la que se encuentran cada
día y que, en el mejor de los casos, solo se suele conocer a través de cifras.
Lo que cuentan es lo que pasa a pie de calle, lo que constituye la base de los
problemas actuales en nuestra sociedad.
Pregunta: ¿Se
percibe en vuestro trabajo un cambio en el perfil de las familias que acuden a
pedir ayuda?
María: Sí. Para empezar, no pasa semana
sin que alguien nos diga que “si no fuera por mis hijos me tiraba por el
puente, me quitaba la vida”. Este es un indicador claro del grado de
desesperación de la gente, y ves que te lo dicen con el corazón en la mano, lo
hablas con otros compañeros de otros distritos y te cuentan casos similares.
Laura: Sí. Nosotras como educadoras
sociales somos teóricamente servicio de prevención, pero todas las familias en
las que intervenimos son riesgo grave o muy grave. Hay una normalización de
cosas que antes eran escandalosas.
María: Y es muy grave, porque al final
que un niño solo coma una vez al día te parece normal, cuando hace tres años
era impensable.
Laura: El año pasado empezamos a
notar el aumento increíble de número de personas que no tenían comida
suficiente y el aumento de personas en esa situación de “me quiero suicidar”.
“Gente que no se
opera para no perder el trabajo”
María: Hay gente que aguanta sin
operarse para no perder el trabajo. Yo atiendo a una mujer que se tiene que
operar de la rodilla, y no se opera porque no se puede permitir una baja en su
trabajo. Tiene tres hijos, es víctima de violencia de género. Lo que hace es ir
a urgencias los fines de semana, le ponen analgésicos y así tira como puede.
Laura: Si tú tienes una tara eres un
producto defectuoso. Tras una baja porque tienes la rodilla mal te pueden echar
del trabajo, y si sales del mercado laboral no vuelves a entrar. La gente no se
puede permitir ni ir al médico porque no pueden faltar al trabajo, aunque sea
algo grave. Y ¿cómo dices a alguien vete al médico y que al día siguiente le
echen del trabajo?
"Niños mareados por no comer"
Laura: La necesidad ya no es porque
'se me ha caído un diente o se me han roto unas gafas'. Ahora la gente viene
pidiendo ayuda para comida, para vacunas, para velas. No para pagar la luz,
sino directamente para las velas o para pagar bombonas de butano porque no
tienen gas. Cada vez hay más empalmes de luz en ciertos barrios.
María: Estamos encontrando ya niños
en el instituto que se marean por no comer lo suficiente. Tengo un amigo
argentino que hace dos años, cuando yo le decía que percibía un empeoramiento
de la situación, él me decía que todavía nos faltaba por ver niños mareados por
no comer. Pues ya lo estamos viendo. Chavales que se marean y en el momento en
el que rascas un poco encuentras que no han cenado ni desayunado. Los comedores
de Cáritas y otros comedores están desbordados, hay tanta demanda que no hay
suficiente cantidad de verdura, proteínas, fruta...
Laura: Antes siempre había una
rendija de luz. Ahora no. Ahora la sensación es que se van ahogando. Es: 'El
agua está aquí [hace un gesto señalando al cuello], sé que no va a bajar y
cruzo los dedos para que no suba más; que me suba puede ser que el niño se
ponga malo y tenga que comprarle medicinas'. Eso ya es un problema.
Sin atención psicológica
María: La mayoría necesita
apoyo psicológico, y no tenemos dónde enviarles. Hay atención psicológica por
abusos o maltrato, pero no para el resto de los casos. En mi zona han suprimido
también el servicio especializado en drogas. Así que yo, que soy educadora, me
encuentro actuando como psicóloga, haciendo lo que puedo, y tratando casos de
adicción de drogas, cuando no tengo especialización.
Laura: Los hijos de familias
con relaciones muy deterioradas que por la situación económica no se pueden
separar son chavales con problemas que requieren atención. Está por ver qué
efecto tendrá todo esto en nuestra sociedad dentro de diez años. Te encuentras
con casos terribles. Este año ha sido emocionalmente muy duro, lo que veo me
deja el corazón en un puño.
María: La renta mínima de
inserción está tardando un año, y para concedértela tienes que llevar sin
cobrar otro año por lo menos. El tope son 520 euros, tienes que tener 5 hijos y
llevar diez años empadronada en el mismo sitio. Y ahora cada 3 meses te llaman
para revisar si estás en la misma situación. Las ayudas de urgencia son 500
euros o así. Y las personas sin papeles no pueden acceder a ellas, claro.
Ahora está empezando a desahuciar
el Instituto de Realojo e Integración Social. Así que familias que han sido
realojadas de las chabolas son desalojadas por no pagar la renta, que a lo
mejor son 50 euros, y tapian las casas.
Laura: Hay padres que no comen
casi, lo poco que hay es para los críos. Yo he atendido el caso de una mujer
diabética que no come lo que debería comer porque lo poco que tiene va para los
niños y claro, al final, coma diabético. Y me preocupa casi más lo que no
vemos, las situaciones que por vergüenza no acuden a pedir ayuda. Yo sé que a
la parroquia del barrio va gente a pedir fuera del horario para que no les vean
los vecinos.
Y han vuelto las camas calientes,
la gente alquila camas por horas. Imagina la atención psicológica que toda esta
gente necesitaría, pero no se ofrece ese servicio...
María: Y hay un cambio en la
desesperación de la gente, una actitud mayor de “¿para qué?, si mi madre se lo
ha currado y está en paro, si mi padre tiene estudios y no encuentra trabajo”.
O "¿para qué?, si los ricos, Bárcenas, el otro, pueden robar y roban cada
vez más, mientras nosotros estamos así?"
Laura: Al final las
educadoras sociales lo que hacemos es manejar la ansiedad de la gente. Yo antes
derivaba a la gente a hacer talleres, ahora les derivo a deportes, que corran,
que descarguen, porque se suben por las paredes, con razón. Te llega una
persona que no tiene para comer y tú como Administración lo único que le puedes
ofrecer es ayudarle a manejar su ansiedad porque ni trabajo tengo para darle,
ni casa tengo, ni medicinas tengo, ni dinero tengo.
Una guerra, pero sin balas
Laura: Estamos en trinchera
permanente. Esto es una guerra, pero sin balas. Va pasando la gente, que son
los heridos de guerra. El que lleva dos años sin trabajo y no puede pagar la
casa y además tiene la nevera vacía y además le han cortado el gas. Les
disparan, pero de otro modo.
María: A nosotros nos han
aumentado la ratio de menores que atendemos...
Laura: Antes si tu hijo tenía
un problema, en los colegios se cubría el problema con atención especial,
aunque fuera precariamente. Ahora no. Toda la parte de la integración la
destruyen. Si tienes tara, estás perdido sin dinero. Tara es que te cueste más
leer, o que vayas en silla de ruedas o que hayas estado dos años ingresado y
vayas con retraso currircular. Antes se priorizaba que estuvieras integrado,
porque ya bastante tenías con la “tara”. Ahora no. Ahora a la gente con 'tara'
la apartan con la excusa de que les sale caro, cuando en realidad el coste es
ínfimo y la diferencia en la calidad de vida de la gente y en los efectos
sociales es abismal...
María: Tengo un caso de una
mujer que gana 800 euros al mes, paga 400 euros por la casa, tiene dos hijos a
su cargo. Pues tuvimos que pelear que le concedieran el comedor de los niños,
no veas lo que costó...
La feminización de la pobreza
Pregunta: Hablabáis antes
también de un perfil nuevo de madres deprimidas...
Laura: Desde hace dos años yo
veo un perfil nuevo imposible de incorporar, no vienen a nosotras. Son mamás
que no hay forma de sacarlas de casa, no tienen ganas de nada, no se
relacionan, se sienten mal porque no tienen nada bonito que contar. Y solo se
activan por los niños, para ir a buscarlos al colegio.
María: Es un círculo vicioso,
porque en la vida muchos de sus problemas son porque no tienen red, no tienen
más vida que ellas como madres y si trabajan fuera se desloman y nadie les
puede ayudar. Donde yo trabajo hay muchas mujeres migrantes sin red familiar o social,
van a trabajar a las siete de la mañana, alguien de servicios sociales lleva a
sus niños al colegio, luego alguien los busca y los deja en el Centro de Día
hasta que la madre puede recogerlos a las ocho de la tarde.
Laura: Nosotros tenemos un
caso de una mujer a la que solo le sale trabajo como interna. Si se va de
interna no puede cuidar a su hija. Y si cuida a su hija no puede irse de
interna. Se ha llegado a plantear la guarda.
María: Hay muchos casos así.
Y claro, la violencia machista está muy presente, ha aumentado, pero los
recursos que hay como respuesta son cada vez menores. La mujer te dice: ¿cómo
me voy a ir de casa si no voy a conseguir trabajo y solo me acogerán por un
breve periodo en un centro? ¿Y luego qué?”. Porque saben que lo de conseguir
trabajo ahora es muy difícil.
Laura: Y ahora hay un perfil
nuevo que es el hombre de 45 años a 60 que de repente se queda sin trabajo,
está todo el día en casa, tiene a la mujer harta y acobardada. Ellos son más
reticentes a compartir la parte emocional, a pedir ayuda, a ir al centro
cultural. Son las mujeres las que vienen a pedir ayuda, las que ponen nombre a
las cosas, las que no tienen vergüenza, mientras que ellos no ponen palabra a
lo que sienten. Y ese perfil de hombre sabe que ya no va a trabajar más, en el
mejor de los casos está con un humor de perros y en el peor de los casos
aumenta el consumo de alcohol y se dispara la violencia de género.
“Separarse es un lujo”
Laura:En mi zona intuimos que ha
aumentado la prostitución. Mujeres que no de forma continúa pero sí esporádica
se prostituyen para llenar la nevera.
María: Están los casos de
parejas en proceso de separación que no terminan de separarse por cuestiones
económicas. Una mujer que consiguió echar a su marido por violencia y alcoholismo
me ha llegado a decir: “Dejo que duerma en casa si viene sobrio, esa es la
condición, se queda conmigo esa noche y al día siguiente me deja algo de dinero
para la niña”. Yo le digo: “Tú sabes cómo se llama eso, no?”. Y ella dice:
“Para hacerlo con un extraño, pues lo hago con mi marido, aunque me arriesgue a
que me pegue”. Así, con estas palabras.
Laura: Separarse es un lujo.
Yo tengo casos de gente separada pero que vive bajo el mismo techo porque no se
puede permitir otra cosa, y los chavales están fatal soportando esa situación.
María: Y hay una vuelta al
machismo entre adolescentes. Todo lo que habíamos conseguido en una generación
se está perdiendo. Yo veo más casos de violencia de género en la adolescencia,
y el horroroso concepto de amor romántico. Chicas cuyo único objetivo es
casarse e irse de casa, y que te dicen que solo podrán irse de casa si se unen
a un hombre.
Pregunta: ¿Cómo repercuten los recortes
en la Administración en vuestro trabajo?
Laura: Sobre todo notamos el recorte del
resto de los servicios. Acabamos siendo las que reciben a quien no atiende el
médico, al que no atiende el psicólogo, el que en el cole no tiene el apoyo que
necesita, el que no tiene trabajo, el que no tiene para medicinas.
María: Los trabajadores sociales están
desbordados, porque ha aumentado la necesidad y no hay refuerzos. Coges la
agenda y te preguntas: ¿A quién atiendo primero? ¿Quién puede esperar tres
semanas? Y quien espera tres semanas es el que mejor está, pero cuando han
pasado esas 3 semanas y llegas, ya está mal. Estamos en intervención de
urgencias permanente. Por ejemplo, ahora ya no hay trabajadora social en todos
los colegios, una sola persona puede llevar tres colegios, y evidentemente eso
no da los frutos deseados.
Caridad o solidaridad
Pregunta: ¿Creeis que en algún momento se
está ofreciendo más caridad que integración o solidaridad?
Laura: Antes de que empezara esto que
llaman crisis, los servicios sociales ya estaban planteados para contener.
Acude a nosotros una población que vive mal, ante la cual el resto de la
población dice “no quiero acabar como estos”. La Coordinadora de barrios y todo
un sector hace una dura crítica a los servicios sociales, a veces con razón, a
veces no. Pero es verdad que los servicios sociales se limitan a mantener la
pobreza, es así.
María: Los 400 euros de ayuda a los
desempleados no los van a quitar, para contener. Si no percibieran esas
prestaciones quizá tarde o temprano saldrían a la calle a protestar...
Laura: Cuando se ha intentado que los
servicios sociales sean algo más llegan los problemas. Cuando se ha planteado
crear redes de verdad, se han puesto obstáculos desde arriba.
María: Sí. Pero ahora quizá eso pueda
cambiar algo. Por necesidad, no por ideología. Quiero decir, que proyectos como
los mercados de trueque que antes siempre nos vetaba la administración, ahora
se permiten porque Servicios Sociales no tiene nada de dinero. Antes querían
que la gente no saliera de las redes oficiales, que dependieran. Ahora ya no
hay nada que ofrecer dentro, así que levantan un poco la mano.
Laura: Y siempre se han hecho cosas de
forma extraoficial, porque si no, la burocracia te ata de pies y manos. Ahora
se están activando mecanismos sociales -por ver la parte positiva, lo digo- de
redes con nuevos formatos. El reto para el curso que viene es canalizar la
solidaridad. Los barrios están llenos de gente dispuesta a hacer cosas; quizá
es gente que no iría a una manifestación pero sí estaría dispuesta a acompañar
a una persona mayor al médico o a recoger el niño de una madre que ha
conseguido trabajo tras dos años en el paro.
María: En mi barrio hay familias que hacen más
comida y reparten a quienes no tienen.
Laura: Eso antes no pasaba. Se están generando
mecanismos y falta mucho por canalizar.
María: Hay colegios que pasan los libros de
texto en pdf y los imprimen para los críos. Lo que me da miedo de esto es que
se avanza hacia la caridad.
Laura: Depende. En mi zona la gente que está
moviendo estas cosas huye de la caridad, su objetivo es implicar a la gente,
marcan una línea.
María: Pero por mucho que la marquen no se
está promoviendo la justicia social.
Laura: Depende. Imagina que se organiza un
espacio donde hay cosas y si necesitas algo lo coges, y dejas cosas que tú
tienes. Eso es ayuda mutua, no de caridad. O si se me estropea la lavadora y mi
vecino sabe cómo arreglarla...
María: Sí, generar una alternativa al modelo
de consumo actual es una lucha política en sí misma.
El puente entre los movimientos sociales y la
población necesitada
Laura: Eso sí, todo esto ocurre por
necesidad, no por principios. Es preciso más red que pueda hacer de puente
entre el movimiento social politizado que protesta y está concienciado y
quienes tienen necesidad pero no tienen conciencia política. La gente no va del
sofá a la manifestación, eso requiere de un recorrido que puede ser más o menos
largo en función del contexto y la persona. Hay un perfil de gente que no va a
ir a una protesta o a una reunión a priori, pero si conecta con redes y hace
otras cosas, al final se construye su propia conciencia, y puede terminar yendo
a una protesta.
María: Ese es el enganche del ocio
gratuito. Y ¿quién puede fomentar el ocio gratuito? Los movimientos sociales,
que son trincheras, al fin y al cabo. Y de ahí, algunos terminarán en el
activismo.
Laura: Pero lo harán porque primero han
ido a un taller, nunca irán directamente a la protesta. Y en ese sentido el
movimiento político no siempre tiene huecos.
Pregunta: Lo que contaís es abrumador.
¿En vuestro trabajo podéis acceder a atención psicológica para vosotras?
María: Yo sí. La suelo usar para que me dé
herramientas para las familias, que son las que necesitan la ayuda.
Laura: En mi trabajo no tenemos.
María: Es duro. Yo a veces llego a casa sin
energía, es muy duro que la gente te diga que no quiere seguir, que no
puede...
Laura: Lo más duro es la impotencia, el ver
que lo más que puedes decir a alguien es "el gimnasio te vendrá
bien".
María: Yo a veces me planteo dejar este
trabajo, no creo que pueda toda la vida...
Laura: ¿Y qué hacemos?
María: Pues como tú decías antes, ponemos una
frutería.
Laura: Es difícil. Un día estaba fumando antes
de entrar en el trabajo y cuando apagué el cigarrillo me dije: "Venga,
preparada para otras siete horas de miseria. A ponerle cara a los
recortes." Y luego si en las reuniones cuentas la realidad te llaman
transgresora.
María: Supongo que seguimos porque hay
satisfacciones. Yo veo a niños de cuatro años con la mirada triste o peor aún,
llena de rabia, que dices ¿pero qué te ha hecho la vida para que tengas ya ese
odio en los ojos? Y cuando al cabo de unas semanas sonríen y ves que mejoran y
se normalizan, eso es muy grande.
Laura: Y la capacidad que tiene mucha gente
para salir adelante... Yo me quito el sombrero. Y cómo gestionan el dinero, las
virguerías que hacen. Yo les pondría a gestionar lo público [sonríe]...
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