Al final ocurrió. Montoro ha sido capaz de quitarse de su camino al
mayor rival político que había encontrado a sus políticas de austeridad y
no ha tenido ni que hacerlo él mismo. Lo ha hecho la alcaldesa de
Madrid, Manuela Carmena. El nuevo Plan Económico Financiero (PEF) de Madrid, que la alcaldesa ha negociado con el ministerio de Hacienda, supondrá unos recortes en la inversión del Ayuntamiento
de unos 530 millones de euros. Pero no se pierde solo eso. Se pierden
dos años de una batalla política que por un momento parecía que
equilibraba la balanza de poderes entre unas fuerzas municipalistas
transformadoras y un Gobierno centralizador y fiel servidor de las
políticas austeritarias europeas.
La Regla de Gasto no está
desarrollada en la Ley de Estabilidad Presupuestaria. Montoro ha hecho
una interpretación de la norma europea, esa misma que el Estado español
lleva incumpliendo desde que existe, y la ha convertido en una
instrucción. No tiene carácter normativo. No ha sido aprobada en ningún
Parlamento. La usan de manera arbitraria. No me voy a parar a explicar
las cuentas de ayuntamientos como el de Jerez de la Frontera o Parla,
gobernados por el PP, y que nunca han sido intervenidos ni amonestados.
Pero lo más importante de todo: la Regla de Gasto es la trasposición del
dogma neoliberal y de las políticas de la austeridad. Es un ataque
frontal al municipalismo y a las personas que entraron en los
ayuntamientos en mayo de 2015 con la intención de cambiar las cosas.
Al
ministro Montoro le ha dado igual que la Regla de Gasto europea, y que
él interpreta e impone a su medida a los municipios, exija un déficit
del conjunto de las administraciones y no haga distinciones y
discriminaciones, tal y como el ministro hace. Tampoco le ha importado
que desde las instituciones europeas se esté animando a "invertir en
infraestructuras en aquellos casos en los que se cumpla el déficit
previsto", tal y como declaró tan solo hace unos días el comisario de
Asuntos Financieros y Económicos de la Comisión Europea, Pierre
Moscovici, y que llevó a Sánchez Mato y a la concejala Rommy Arce a denunciar el plan del ministro directamente en Bruselas.
Dentro
del Ayuntamiento no todos libran la batalla con la misma fuerza o no lo
hacían con en el mismo objetivo. Y este no es el problema de Ahora
Madrid, es el problema de la izquierda en el Estado español. Las
públicas discordancias entre las diferentes corrientes de Ahora Madrid
han visibilizado una gran debilidad y falta de cohesión. Montoro lo
sabía y ha atacado. Porque si algo se le da bien a la derecha es vencer
dividiendo. Carmena no ha sabido reconducir al equipo. El pleno
celebrado hoy, con seis sillas vacías en la bancada del equipo de
gobierno y con los concejales mirando al teléfono constantemente para no
cruzar miradas entre ellos, ha sido la prueba final de la victoria de
Montoro.
Dentro del Ayuntamiento no todos libran la misma batalla con la misma fuerza o con el mismo objetivo. Montoro lo sabía y ha atacado
Mientras,
en la bancada de enfrente, los concejales del Partido Popular sonreían.
Recortar más de 500 millones de euros de un municipio con 1.000
millones de superávit en el último ejercicio es una victoria que
celebran con una sonrisa en la cara. Se libran del concejal que ha
destapado las desvergüenzas y corruptelas de la construcción y mantenimiento de la M30
por parte del equipo de Gallardón, que ha destapado los créditos swaps y
que ha demostrado que se puede hacer otro tipo de política que
contradice el “no hay otra alternativa” repetido mil veces por los
amantes de la austeridad.
Ahora,
los defensores a ultranza de Podemos, entonan frases tipo “hay que
reconducir una situación caótica” o “desbloqueo para seguir adelante”.
El recién elegido secretario general de Podemos Madrid, Julio Rodríguez,
ha dicho en redes sociales que “las personas inteligentes nunca deben
llevar su juego demasiado lejos”. La impecable y masivamente apoyada
gestión de Sánchez Mato al frente de Economía, esa que ha reducido la
deuda en más de 2.000 millones de euros y que ha incrementado la
inversión en un 102% y el gasto social en un 73%, ahora resulta que es
“un juego que ha ido demasiado lejos”. Muy extraña la postura del
representante en Madrid del partido que vino a cambiar las cosas y a
revertir la situación de austeridad y recorte. No puedo evitar
preguntarme si esa afirmación la suscriben el 68% de los inscritos de
Podemos en Madrid que votaron al ExJemad. Espero que no.
También
fue muy extraño que el día que un par de centenares de personas nos
concentramos frente al edificio del ministerio de Hacienda, en la calle
Alcalá, para protestar contra la intervención de las cuentas del Ayuntamiento,
solo hubiera dos concejales de Ahora Madrid, además de Sánchez Mato.
Cuando el ahora exconcejal llegó a la concentración, las personas
asistentes lo recibieron entre aplausos y proclamas de apoyo, pero se
echaron en falta aplausos y apoyos de el resto de sus compañeros.
“Problemas de agenda”, dirán algunos. A mi me da un miedo tremendo que
muchos de los que venían a cambiar las cosas desde el municipalismo se
hayan rendido a una agenda que no era la de la transformación
municipalista, sino a la agenda neoliberal, cuando todavía quedan muchas
batallas por librar desde el municipalismo y otros frentes.
Desde
la dimisión por un par de tweets, pasando por la tibieza con la que se
trató el caso de los tirititeros, la política de Ahora Madrid ha estado
marcada por el sentimiento de inferioridad que se sufre al entrar de
nuevos en la difícil tarea de mandar en una ciudad como Madrid, con los
grandes poderes de este país deseando que caigas para pisarte. A lo que
se suma el amor por cumplir las leyes a rajatabla de la señora jueza
Carmena y a esa obsesión por llevarse bien con todo el mundo. Igual es
el momento de dejar de defenderse y de pasar al ataque. Los que votamos a
esas candidaturas de unidad popular en 2015 queríamos que hubiera una
fuerza real que representara a la ciudadanía. Queríamos, y queremos,
políticas al servicio de las personas, y no de los bancos. Queremos
cambio, no un recambio.
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